¿Vendrán más cambios después de las concesiones a ENI y Repsol?

Leonardo Vera / Informe Carpe Diem.– La agencia Reuters ha confirmado que un cargamento de 650.000 barriles de petróleo de Venezuela fletado por la petrolera italiana Eni está a punto de zarpar con la primera exportación de crudo de Venezuela para Europa en dos años, según revelan datos de Refinitiv Eikon. 

Así mismo Reuters usando información de Eikon asegura que un segundo petrolero fletado por Eni, el transportador de crudo Pantanassa, navegaría actualmente hacia Venezuela a la espera que cargue 2 millones de barriles de crudo diluido, para llevarlo a Europa.

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Todo esto sucede tras el anuncio dado a la luz pública por la agencia Reuters, donde se indica la existencia y el envío de una notificación expresa del gobierno de los EE.UU. a la empresa española Repsol y a la empresa italiana ENI, donde se les otorga luz verde para reanudar los intercambios de petróleo por deuda con PDVSA. Este es una práctica que venía utilizando el gobierno de Maduro con las multinacionales petroleras, pero que fue interrumpida hace 2 años por el agravamiento de las sanciones de Estado Unidos contra el gobierno de Maduro, particularmente durante la estrategia de "máxima presión" ejecutada por el ex presidente estadounidense Donald Trump.

Hay varias cosas interesantes que destacar de ésta acción tomada por el gobierno de Biden. Por una parte, el mensaje enviado a Eni y Repsol no es del todo una autorización, sino más bien una notificación expresa recogida en un documento conocido como Comfort Letter, donde se señala que ante intentos que hagan ambas compañías por comercializar crudo venezolano en Europa, el gobierno de los EE.UU. "no se opondría", por lo que tales operaciones no estarían sujetas a sanciones. 

Por otra parte, las cartas fueron emitidas y enviadas semanas atrás, en el mes de mayo, de forma secreta y no por el Departamento del Tesoro, sino por el Departamento de Estado. Este detalle es importante, porque revela que la decisión tomada por la administración de Biden está enlazada con algunas conversaciones y acuerdos que el Departamento de Estado ha hecho con gobiernos europeos para tratar de lidiar con las interrupciones de flujo de crudo petrolero ruso. 

Vale destacar que Washington no ha emitido autorizaciones o notificaciones similares para otras petroleras operando en Venezuela como la estadounidense Chevron Corp, la india Oil and Natural Gas Corp o la francesa Maurely Prom, que también han venido presionando al gobierno norteamericano para reabrir programas de obtención de petróleo a cambio de la cancelación de deudas acumuladas con PDVSA.

Curiosamente la solicitud de Chevron al Tesoro de Estados Unidos para ampliar sus operaciones en Venezuela se produce justo cuando el Departamento de Estado emitió estas cartas de no objeción a Eni y Repsol. Sin embargo, lo que recibió la petrolera estadounidense fue meramente la renovación de una licencia ya existente para preserva sus activos, y la aprobación de Estados Unidos para hablar con funcionarios del Gobierno venezolano sobre futuras operaciones, una medida que puede ser considerada como un paso preliminar a la posible ampliación de licencia a finales de este año.

Estas acciones muestran que para la administración de Biden es más fácil en éste momento atender la posibilidad de flexibilizar sanciones secundarias que pesan sobre empresas no estadounidenses, que las restricciones que pesan sobre empresas norteamericanas como Chevron. La amenaza de una crisis energética en Europa y el alivio (aunque minúsculo) que pueda recibir el continente de otros suplidores como Venezuela, es una justificación que puede ser manejada mucho mejor políticamente. En contraste la posibilidad de que el crudo venezolano regresara a Estados Unidos, que alguna vez fue su mercado individual más grande, se ve aún algo lejana. Sin embargo, no es descartable que la solicitud de Chevron siga bajo valoración. Muy probablemente veremos cambios más significativos después de las elecciones de medio término. 

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En términos del volumen que están empresas (Eni y Repsol) podrían manejar, se estima que el flujo que presumiblemente despacharían a Europa pueda llegar a unos 30 mil barriles de petróleo diarios por compañía, lo cual corresponde a cerca de un 9% de la producción actual de Venezuela y cerca de un 10% de las exportaciones. Si bien son barriles de petróleo que dejarían de ser exportados a China, también es cierto qué, en estas primeras de cambio, buena parte de los envíos pueden provenir del desalojo de inventarios de crudo que ocupa gran parte del almacenamiento de la industria, y que ha venido afectando el ritmo de producción (por falta de espacio para almacenar).

La deuda total que PDVSA tiene con ambas compañías se estima que pueda llegar actualmente a unos 1.300 millones de US$. En las cuentas de la Repsol, por ejemplo, se registra que la petrolera venezolana debe un financiamiento por 177 millones de US$ del proyecto de Cardón IV, más 324 millones de US$ entregados a la empresa mixta Petroquiriquire, y 367 millones de US$ por transacciones comerciales, sobre todo por la venta de gas natural a PDVSA a un precio subsidiado en bolívares.

Un balance de esta acción por parte del Departamento de Estado deja claro que el tema de las sanciones no está dormido y que es ahora el gobierno de los EE.UU. el que intenta enviar alguna señal indicando que está dispuesto a entregar concesiones. La eliminación de Carlos Malpica Flores, (Ex vicepresidente de Finanzas de PDVSA, funcionario de la tesorería de la nación y pariente de Cilia Flores) de la lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros, es otra señal en el mismo sentido.

Eni y Repsol salen desde luego favorecidas con ésta posibilidad de descontar deuda con PDVSA a partir de pagos con entregas de crudo. Para PDVSA y Venezuela, aunque estas operaciones se traducen en pag en pagos que no entran a su flujo de caja, en general seguir contando con la presencia de estas empresas europeas es de vital importancia para mantener la operación y permitir el desarrollo ulterior de proyectos de gas no asociado como el proyecto Perla en el Golfo de Venezuela. 

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