Incertidumbre. Esta es la palabra que mejor define el escenario político y electoral en Brasil. Aunque las elecciones generales, incluida la de Presidente de la República, están previstas para el 7 de octubre, a la fecha lo único que puede pronosticarse es la posibilidad que se genera una abstención histórica provocada por la ausencia de Lula Da Silva.

Los distintos estudios de opinión publica sugieren que sin Lula el panorama presidencial brasileño es confuso. Si el ex presidente (hoy en prisión) pudiese competir entonces el escenario más probable fuese el de su regreso al Palacio del Altiplano a partir del 1 de enero de 2019.

No obstante, la incertidumbre provoca que 44% de los brasileños sean pesimistas sobre el resultado de las elecciones de octubre y apenas 20% tengan expectativas positivas sobre este proceso y el gobierno que sustituirá al de Michel Temer.

Aunque la abstención en las últimas cuatro elecciones presidenciales fue menor a 20%, el desconcierto sobre los candidatos que se presentarán en octubre provoca que la mayoría de los analistas consideren que la abstención pudiese dispararse hasta 40%.

Según un estudio de clima electoral encargado por el banco NBP Paribas a la empresa de opinión pública Emerging Markets Research Latan si Lula pudiese presentar su candidatura en las elecciones del octubre al menos 30% de los ciudadanos se decantaría en apoyarlo en la primera vuelta, dejando a Jair Bolsonaro, el teórico presidencial del Partido Social Liberal (PSL) con apenas 17% de intención de voto, mientras que Marina Silva de la Red de Sustentabilidad (REDE) aglutinaría 10% de la intención de voto.

Muy atrás en la intención de voto quedarían Ciro Gomes del Partido Democrático Laborista (PDT) y Geraldo Alckim del partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Sin embargo, sin Lula el panorama es totalmente distinto. Al no aparecer en la pregunta de intención de voto el ex presidente la competencia por tener el control del Palacio del Altiplano es muy más pareja.
En este escenario Bolsonaro (PSL) obtendría el 19% de los votos, mientras Silva (Redes) capitalizaría 15%. Gomes (PDT) se incluiría en la competencia por la primera magistratura llegando hasta 10% de los votos, mientras Alckim (PDSB) seguiría muy por debajo de las expectativas que generó a principios de año aglutinando solo 7% de la intención de voto.

A principios de año los principales analistas económicos y políticos que siguen el tema de Brasil confiaban en que Alckim emergería en las encuestas como una figura de centro para aspirar a la presidencia de Brasil con suficiente capital político para competir con los aspirantes de la Derecha y de la Izquierda.

Sin embargo, a dos meses de la primera vuelta presidencial la candidatura de Alckim no despega.

La lista oficial de candidatos debe formalizarse el próximo 15 de agosto, hasta ese fecha Lula esperará por las distintas apelaciones ante el Tribunal Superior Electoral sobre su posible participación como candidato presidencial, aunque técnicamente esté inhabilitado.

¿Gana la Derecha o la Izquierda?
Con la incertidumbre sobre Lula, la estrategia del PT apunta a intentar emular el plan del peronismo en 1973 cuando lograron que Héctor Cámpora sustituyera a Juan Domingo Perón.

“Cámpora al Gobierno, Perón al poder” fue el slogan utilizado. En las próximas dos semanas se podrá conocer si esta será la hoja de ruta que se marque el PT, sustituyendo a Lula por Fernando Haddad (según la medición Emerging Markets Research Haddad apenas tiene 2% de intención de voto, aunque aún no es el sustituto formal de Lula).

SI se concreta la ausencia definitiva de Lula la figura de Ciro Gomes (PDT) pudiese consolidarse como la opción de la centro-izquierda, mientras no pocos analistas aún sueñan con la posibilidad que Marina Silva (Redes) acepte ser la vicepresidenta de alguna fórmula electora que detenga el avance de quien se considera representante de la extrema derecha: Jair Bolsonaro.

En un análisis del programa económico que pudiese desempeñar cada uno de los actuales presidenciales, Emerging Markets Research recuerda que mientras el equipo económico de Alckim cree que la privatización debe hacerse de manera programada y progresiva para evitar que el precio de venta de los activos se vea afectado, los asesores económicos de Bolsonaro son partidarios de la “privatización completa de todas las empresas públicas en el corto plazo”.

De una eventual presidencia de Gomes se pudiese esperar que se apoye la privatización de empresas públicas no esenciales, dejando en manos del Estado todas las compañías de sectores estratégicos como Petrobas.

En el caso de Marina Silva se cree que es de la opinión de vender algunas compañías públicas, mientras el PT (con o sin Lula) es de la línea de oponerse a la apertura del sector público a la inversión privada.

Salud, desempleo y lucha contra la corrupción
Según Emerging Markets Research las prioridades que los brasileños reclaman al gobierno que debe instalarse a partir del 1 de enero de 2019 son mejorar los servicios de salud (37%), controlar la inflación (32%), reducir los impuestos (30%) y crear mejores trabajos (30%).

En este contexto 32% de los electores piensan que el principal problema del país es la corrupción, mientras 17% señala el funcionamiento de los servicios de salud y 16% se decanta por indicar que el principal problema es el desempleo.

En este estudio 43% se muestra favorable a que se promulgue legislaciones para el control de las armas, 80% avala la prohibición del uso de drogas y 76% considera que el Gobierno debe ser el principal responsable de la inversión y crecimiento del país.