La activación del referendo revocatorio a Nicolás Maduro en 2022, sin un acuerdo político previo, estaba condenado al fracaso. No obstante, no deja de sorprender que el gobierno de Maduro decidiera eliminar la posibilidad de esta consulta popular en apenas siete días.

La lectura inicial de este proceso supondría que al chavismo le convenía alentar el conflicto que generaba el revocatorio entre la oposición.

Aunque ningún dirigente nacional del llamado G4, ni del Gobierno Interino, había avalado públicamente la idea del revocatorio, todo estaba preparado en las filas de la oposición para utilizar la sesión especial de la Asamblea Nacional para conmemorar el 23 de Enero de 1958 para anunciar el apoyo, al menos de una parte del G4, a la consulta popular de mandado.

Este debate ya había generado durante las primeras semanas de enero una nueva crisis entre los dirigentes opositores.

No era sencillo para la oposición deslindarse de la iniciativa de MOVER. El revocatorio tiene apoyos importantes dentro de la oposición y el proceso de convocatoria permitía volver a enarbolar la estrategia de cambio inmediato que se enarbola desde 2019, además de generar hitos políticos y de presión de calle.

El apoyo parcial del G4 al revocatorio supondría también una extensa disputa interna y pública entre los distintos presidenciables de la oposición, no solo ante unos eventuales comicios sobrevenidos en 2022, sino en la forma en que se podía utilizar la consulta popular sobre la continuidad de Nicolás Maduro como hito político para llegar lo mejor posicionado posible a la definición de la estrategia y el candidato presidencial de 2024.

Evidentemente el chavismo paralizaría el revocatorio en algún momento, aprovechando el discurso poco claro de la dirigencia opositora para aumentar una nueva crisis de expectativa sobre la salida electoral, continuidad de Maduro, etc.

¿Por qué el chavismo desaprovechó entonces la oportunidad de fomentar que el G4 y el Gobierno Interino volvieran a exhibir sus miserias en público?

El conflicto que se generó en 2016 en torno a la continuidad de Maduro, la movilización nacional solo para la etapa de recolección del 1% de las firmas es algo que el gobierno no puede administrar en este momento. Adicionalmente, permitr que se avanzara en el trámite -a pesar de la división opositora- llevaría a Maduro a tener que otorgar algunas concesiones unilaterales, que bien aprovechadas pudiesen generar ese momentum que la oposición perdió.

Eliminar la posibilidad del revocatorio, antes que el Gobierno Interino o el G4 enarbolara esa bandera tiene un costo muy bajo para el gobierno de Maduro.

Todos miran ahora al 2024

La decisión del CNE -blindada con la absurda sentencia de la Sala Electoral del TSJ de 2016- favorece a la oposición si se piensa que le evita un conflicto innecesario, pero a la vez sitúa el debate en donde le interesa a Maduro: la elección presidencial del año 2024. Y la oposición no tiene una respuesta concreta para este escenario.

Curiosamente los sectores opositores que pretendían enarbolar la bandera del revocatorio son los que menos han trabajado en los últimos tres años el escenario electoral.

Dos años y 11 meses parecen una eternidad para quien sufre las consecuencias de la precarización del país. Para los presidenciables de la oposición también es una eternidad. Sin embargo, el tiempo apremia. No basta esperar a la fecha de la elección para comenzar ese debate, siguiendo la “estrategia” de los últimos dos años con la continuidad del Gobierno Interino.

Si no hay consenso sobre la selección de los candidatos presidenciables (previendo un escenario como el de Nicaragua) se puede empezar a trabajar en devolver el derecho a la identidad a los venezolanos en el extranjero y a partir de ahí permitirles que puedan ejercer el derecho al voto en 2024, promover la asistencia electoral de Naciones Unidad y el regreso de la Misión de Observación de la Unión Europea son otros de los pasos que pueden comenzar a trabajarse a partir del 23 de enero.

En los próximos dos años se necesitann hechos concretos y no posiciones de galería rasgándose las vestiduras por las condiciones electorales sin tomar acciones o decisiones concretas en ese sentido.

Barinas y el referendo revocatorio 2022 demuestran parte de lo que experimentaremos en estos dos años y 11 meses antes de las elecciones presidenciales de 2024. ¿Está listo el plan opositor para este periodo?