“Pretenden comprarnos como si fuéramos mercenarios”. La frase del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, es un buen punto de partida para comenzar a analizar los eventos ocurridos entre el 30 de abril y el 1 de mayo.

La estrategia de la oposición venezolana para lograr un quiebre en la coalición que soporta a Nicolás Maduro en el poder no ha resultado efectiva en el plano militar. Este fracaso no debe sorprender. Uno de los éxitos de Hugo Chávez fue lograr separar al mundo civil y militar, eliminando a los interlocutores entre ambos y cambiando la mayoría de los códigos que se conocían hasta 1998.

La FAN, sus códigos e incentivos en el año 2019 son muy diferentes a los que existían hace 20 años.

La oferta de una Ley de Amnistía que incentivara a la FAN a quitar su apoyo a Maduro, no ha surtido el efecto esperado. Las causas para este fracaso se encuentran en que los militares venezolanos no aspiran a recibir un indulto, sino esperan encontrar ofertas creíbles de su rol en un próximo Gobierno.

En las semanas previas al 30 de abril existían dos hojas de rutas muy claras para intentar comenzar a resolver el problema político en Venezuela.

Mientras los países que integran al Grupo de Lima se mantienen firmes en apoyar la propuesta de cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres; los países que integran elGrupo de Contacto Internacional (GCI) promovido por la Unión Europea evaluaban la posibilidad de un adelanto de elecciones.

En medio de este debate de opciones llegó el martes 30 de abril y con él toda una serie de rumores e informaciones no confirmadas sobre una tercera opción para intentar resolver la crisis venezolana.

Esta tercera opción incluía un elemento del que carecen las otras dos propuestas: Un rol claro y específico para los militares venezolanos.

Extraoficialmente se indica que esta junta la conformarían dos militares y dos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Uno de esos militares era el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López y uno de los magistrados sería el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Mickel Moreno.

Una variación de esta propuesta es que el TSJ avalaría una junta de Gobierno conformada por militares venezolanos que se comprometerían a llevar al país a un proceso de reinstitucionalización.

Estas versiones apuntan a elementos que aún faltan en la discusión de la opinión pública.

El Estatuto de la Transición aprobado por la Asamblea Nacional pudiese dar cabida a un Gobierno de Unidad Nacional con el concurso de las FAN y de algunos sectores del chavismo. Si algo quedó claro el martes 30 de abril es que una transición dirigida 100% por la oposición a causa de la claudicación del chavismo y de la FAN, no es un escenario creíble en este momento.

Básicamente el principal error que se puede atribuir al evento del 30 de abril es que no otorgó certidumbre a los militares venezolanos, probablemente porque la discusión sobre su rol si Maduro abandona el poder, aún no está claro.

Es evidente que los militares venezolanos no quieren una Ley de Amnistía, sino que aspiran a una transición en donde tengan un rol relevante, no solo en el Gobierno de Unidad Nacional, sino en los años por venir.

En este sentido puede resultar urgente que la AN avance en desarrollar el Estatuto de Transición, especialmente en lo que se refiere a la conformación del Gobierno de Unidad Nacional, dejando claro cuál será el rol, peso y espacios específicos para el chavismo y los militares.

Avanzar en este proceso puede destrabar lo que algunos analistas han calificado como un “empate catastrófico” porque ninguno de los dos sectores es capaz de imponerse a su adversario, lo que provoca que a pesar de la precarización del país, el status quo se esté consolidando.

Aunque resulta evidente que muchos apuestan a la salida de Maduro del poder aún no hay acuerdo en lo que pasará al día siguiente.

Por otra parte se hace necesario que desde el mundo militar se haga un análisis más amplio de lo que ocurre entre los civiles. La separación de los últimos 20 años ha generado una desvinculación importante. Es el momento que las FAN hagan un esfuerzo real por entender lo que ocurre fuera de sus espacios de poder.

Si no se avanza en tratar de definir estos espacios de poder, la única opción que queda es la de esperar la claudicación del chavismo o de la oposición.

El reconocimiento mutuo, el mejor escenario posible para Venezuela, se vislumbra poco probable en este momento, especialmente por la negativa de los bloques a ceder en sus agendas. Sin embargo, la crisis estadal, la emergencia humanitaria, la dualidad institucional y la desconfianza generalizada que debe existir en la coalición que soporta a Maduro en el poder pudiesen forzar un espacio de entendimiento en el mediano plazo.