No se puede decir que en Venezuela existe una dictadura y mucho que existe una transición política; éstas son algunas de las conclusiones de tres expertos internacionales en procesos de cabio democrático reunidos por el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello para debatir sobre el proceso de diálogo en el país.

Abraham Lowenthal, quien fue fundador de la organización Diálogo Interamericano; el ex ministro chileno del gobierno de Salvado Allende y partícipe de la transición de ese país, Sergio Bitar; y el sociólogo mexicano José Woldenberg, quien integró el Consejo Ciudadano del Instituto Federal Electoral de México (IFE) coincidieron en que en todos los procesos de transiciones estudiados existe una característica común: Participaron activamente distintos sectores de la sociedad , de los partidos políticos, de la masa popular, organizaciones de la sociedad civil, sindicatos e iglesia.

No obstante, advirtieron reiteradamente que estos procesos suelen ser largos y complejos y que inevitablemente deben darse garantías de respeto a quienes se encuentran en el poder para que acepten abandonarlo.

Lowenthal, quien es co-autor junto a Bitar del libro Transiciones democráticas / Enseñanzas de líderes políticos explicó que en los procesos estudiados siempre fue un reto “cómo unificar la oposición al gobierno autoritario y marginar a partidarios de la oposición que, por su forma de hacer oposición, podrían descarrilar la posibilidad de una transición y, al mismo tiempo, inducir a algunos miembros del régimen autoritario a abrirse hacia una transición pacífica”.

Además indicó que en nueve casos de transiciones estudiados, en ninguno de ellos el proceso fue “fácil”, todo lo contrario fue “lento, hubo reveses, zig zags, pero en todos nueve hubo un cambio”.

Por otra parte, el fundador del instituto Diálogo Interamericano sostuvo que al pensar en Venezuela “por un largo tiempo se habló de un gobierno fuerte y una oposición débil. Tras las elecciones de diciembre comenzó la imagen de un gobierno fuerte y una oposición fuerte, tras una victoria muy impresionante en las urnas (…) El gobierno de Venezuela no es tan fuerte como se piensa desde el exterior porque hay una serie de cosas que resolver donde no tiene éxito. Pero la oposición organizada en la MUD tampoco es poderosa en el sentido de que todavía no tiene capacidad de hacer e incluso, veo que no es tanto una mesa de unidad sino una mesa con un gran potencial en la búsqueda de unidad”.

Pacífica y electoral
La experiencia chilena le permitió a Bitar recordar que “todas las transiciones tienen algo en común y es que, en la medida en que sea por la vía electoral y pacífica, hay negociación. No hay ninguna en la que un bando saque al otro y se ponga solo. Siempre se conversa y se acuerdan formas para que todos queden adentro y tengan derechos. Que a quienes van a cambiar no se asuste y piense que lo van a perseguir”.

El ex ministro de Allende sostuvo que en todos los casos, “dentro el gobierno, algunos comienzan a preguntarse ¿cómo salgo de aquí? Porque se dan cuenta de que el camino que han seguido no lleva a una solución. Hay otros que se atrincheran”.

No obstante, fue enfático al explicar que mirado desde el Sur, “esto no es una transición. Siempre entendimos por transición la lucha porque hubiese elecciones para sacar a un gobierno autoritario. Aquí hay elecciones, las condiciones para llegar a las elecciones son totalmente desiguales en dinero, acceso a los medios pero hay elecciones. No hay que confundir imperfecciones serias y retrocesos en el equilibrio de los poderes con dictadura. No lo calificaría como la transición de un gobierno dictatorial hacia la democracia”.

Sin embargo, Bitar considera que hay signos incipientes de que podría comenzar una negociación: “Lo que veo acá (Venezuela) es que está comenzando a darse una fórmula negociadora, es mi intuición, es como un pequeño rayo de luz, pero las cosas tienen  que marchar en el sentido de que haya piso para que quien gobierne pueda gobernar. La situación económica venezolana no se va a arreglar en cinco minutos porque cambie el gobierno, esto va a ser muy largo, el desajuste que existe es gigantesco”.

Por último advirtió que se ha observado que en muchas transiciones “se idealiza el proceso al punto de que se va a avanzar hacia una democracia perfecta y se van a resolver los problemas de la pobreza, la desigualdad, y eso genera una frustración que estamos viviendo en muchos países de América Latina y Europa. No hay que idealizar lo que se puede hacer. Una mirada realista con los problemas, con esperanza, es lo mejor”.

Condiciones electorales justas
José Woldenberg fue parte de la autoridad electoral mexicana que guió el proceso que permitió derrotar definitivamente a la llamada “dictadura perfecta” del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Desde su óptica el peor momento para el pluralismo venezolano fue cuando la oposición decidió no acudir  a las urnas en 2005 y quizás uno de sus mejores momentos las elecciones de diciembre pasado. Si este diagnóstico no es del todo equivocado, buena parte de los esfuerzos de las corrientes democratizadoras tienen que ver con apuntalar y ensanchar el espacio electoral. Si eso se apuntala y por esa ruta se avanza, la democratización venezolana tiene buenos augurios. Si esa avía se tapona entonces la situación sería muy complicada”.

Woldenberg coincide con quienes sostienen como un error calificar como una dictadura al gobierno de Nicolás Maduro. “Tiene sentido caracterizar a Venezuela como un régimen híbrido que tiene una constitución democrática con prácticas autoritarias y, en ese aspecto, posee puntos de contacto con México donde, al igual que en Venezuela, todas las fórmulas políticas tenían la convicción de que la única fuente legítima para ocupar cargos eran las elecciones. Eso construyó la posibilidad de convergencia”.

El ex integrante de la autoridad electoral mexicana recordó que en su país se colocaron sobre la mesa de negociación cinco grande temas: “Primero, la necesidad de órganos y procedimientos electorales que garanticen la imparcialidad. Segundo, condiciones de competencia medianamente equitativas. ¿Cómo construirlos? Discutiendo el tema del dinero y el acceso a los grandes medios masivos de comunicación. Tercero, La justicia electoral, una fórmula institucional para resolver este tipo de conflictos. Cuarto, la Fórmula de traducción de votos a escaños, en Venezuela se diseñó una fórmula para sobre representar y subrepresentar a las fuerzas y, finalmente, el régimen de registros de partidos políticos, bajo la idea de que no hay que excluir a ninguna fuerza”.

Para finalizar, y aunque no quiso referirse en específico al proceso de diálogo en el caso venezolano, Woldenberg optó por explicarlo a través de los aprendizajes producto de la Revolución de los Claveles en Portugal de 1974, que permitió cambiar un régimen dictatorial por uno democrático sin recurrir a las armas. “Son procesos donde la movilización social y la negociación se conjugaron beneficiosamente (…) Las negociaciones no hubieran ocurrido sin las protestas en la calle por reclamo sustantivos. Fueron protestas pacíficas donde la oposición dejó en claro que su vía era la participación y la reforma”.