¿Verificar la noticia?, ¿con qué propósito?

¿Están opinando o informando? No es una pregunta intrascendente, es la primera percepción que se tiene al despertar y encender la televisión o la radio ¿Quién dijo eso?, la pregunta tampoco es intrascendente, es la principal duda que nos asalta después de leer el titular de apertura.

Después de varios días, las dudas se acumulan: ¿Pueden precisar cuál es la fuente de esa información?, ¿cuál es la ficha técnica de la encuesta?, ¿si es un rumor porque lo venden como noticia?, ¿y la contraparte de esa información?, ¿por qué solo una fuente en la nota?, ¿por qué una nota sin fuentes?, ¿por qué generalizan?, ¿por qué un periodista entrevista a otro periodista?

La calidad del periodismo venezolano está decayendo. Y la explicación es muy sencilla: los medios de comunicación se han visto obligados a asumir el rol de partidos políticos y en los últimos años han desempeñado este papel con mucha propiedad, con todas las virtudes –defectos y vicios- que pueden caracterizar a la dirigencia política de cualquier país.

Los analistas se equivocan, en la sociedad se crean falsas expectativas y la explicación a este problema vuelve a ser sencilla. No es que los analistas sean malos –bueno, algunos lo son- es que el dato a partir del cuál elaboran sus escenarios está errado. ¿Y por qué errado?, por que la agenda de fuentes del periodismo venezolana se limita a un número especifico de políticos, el trabajo diario se limita a esperar que la fuente llame -¿no debería ser al revés?- o que alguien se acerque al set de prensa para aportar un dato.

Buscar en el día a día “algo” diferente a la declaración de la rueda de prensa no es la norma, es la excepción. Los medios no tienen agenda propia, la información está cartelizada. Todos publican –palabras más, palabras menos- la misma información, el mismo ángulo. ¿Y el trasfondo de la información?, ¿las causas del problema?, los datos estadísticos?, ¿las perspectivas de futuro?, difícilmente se encontrarán.

Lo que se publica es la opinión de “alguien” y esa opinión, se convierte –por el impacto del titular a ocho columnas- en información.Se podría pensar que el caso venezolano es tan complejo, que las circunstancias impiden hacer un mejor periodismo. El acceso a las fuentes oficiales es complejo; no hay datos históricos en muchos ministerios; los estudios que sustentan una idea, un proyecto, una denuncia no se divulgan; los directores de los medios no son periodistas.

No obstante, la realidad añade otro elemento.En las últimas semanas los venezolanos presenciaron una guerra de encuestas. Realmente las encuestas no se equivocaron si se comparan sus datos con los resultados aportados por el Consejo Nacional Electoral; fueron errados los análisis que se hicieron a partir de ellas.

En los medios, nadie se preguntó cuál era el error muestral de los trabajos, qué preguntas se formularon, en qué orden, cómo fue seleccionada la muestra, cuál fue la taza de rechazo, si las encuestas fueron en zonas urbanas o rurales Todos estos datos eran menospreciados porque lo importante era “informar” quién estaba liderizando la carrera presidencial y si a información de la encuesta se proporcionaba en una rueda de prensa, mucho mejor. ¡Más fácil de cubrir!Ahí está el mal del periodismo venezolano. No se verifica el dato, lo único que importa es que esa información refuerce la percepción que el comunicador social tiene de la realidad. Que sea veraz, que sea correcto, no importa; la premisa básica es que si lo dice la oposición –en el caso de los medios privados- es verdad; si lo dice el gobierno –en el caso de los medios oficiales- es verdad; no importa que la probabilidad de que ocurra sea remota, o que la persona –o el documento- sea de dudosa calidad, lo importante es que refuerce la percepción del medio.

¿Y nadie investiga?, No, nadie lo hace; investigar implica una inversión importante de tiempo y de dinero y pocos medios asumen esta inversión, ¿por qué? un departamento de investigación –que investigue y no se dedique a publicar resumes de los dicho en la semana para llenar un espacio- es visto como un gasto innecesario desde el punto de vista operativo.

Tener a un periodista que sólo publique un trabajo esporádicamente -porque está investigando- no es rentable. Los medios venezolanos se han convertido en líneas de producción, dónde sólo importa llenar páginas o cubrir segundos de información, por esto se requiere de comunicadores que todos los días llenen los espacios vacíos; si es o no noticia, si es o no la realidad es lo que menos importa.Y la responsabilidad no es sólo de los medios, es también de los periodistas venezolanos; a los que la juventud y falta de preparación –la mayoría solo tienen la licenciatura y no suelen acudir a seminarios o cursos- les juegan malas pasadas.

Sucedió en el referendo revocatorio presidencial del año 2004 y se repitió en esta cobertura. La mayoría de los reporteros asignados a la fuente electoral son personas con menos de dos años de experiencia profesional o en algunos casos recién graduados. Esta inexperiencia de las personas que aportan los datos a la sociedad, unida a la polarización que existe en Venezuela contribuyó a que los electores sólo recibieran datos incompletos y en muchas oportunidades incorrectos.

Resumiendo: Lo importante es salir primero que la competencia, mañana se comprobará si la información era correcta. ¿Y si no era correcta?, no importa, nadie lo reclamará porque le dimos a nuestro lector, televidente o radioescucha lo que quería leer, ver y escuchar.