Es un error suponer que el país se acaba con las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre. A partir del día 27 la lucha política será mucho más intensa. En el horizonte no sólo se vislumbra la amenaza de un Parlamento Comunal (las comunas ya se trabajan vía decreto en Gaceta Oficial). También existe la posibilidad que el Estado sea refundado (vía Asamblea Nacional Constituyente) para coincidir con los 200 años del 5 de Julio de 1811. 
De ahí la importancia -en el caso de la oposición- de no repetir los errores estratégicos de las elecciones regionales 2004 (los electores desmovilizados por las denuncias de fraude) y de 2005 (regalar espacios de poder).

Desafortunadamente si el triunfalismo actual de algunos dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no se concreta el 26 de septiembre, el electorado de oposición puede desmovilizarse peligrosamente en el último trimestre del año, aunque las encuestas de ámbito nacional sugieren que los dos bloques (PSUV y MUD) se encuentran muy parejos en cuanto a respaldo popular o que incluso existe una diferencia de hasta seis puntos porcentuales entre los adeptos a la revolución y quienes lo adversan (diferencia favorable a la oposición).

En términos de opinión pública (valoración, identificación, asignación de responsabilidades, etc.,) este es el peor momento de Hugo Chávez en siete años. Podríamos decir que se encuentra en niveles similares a los que se exhibían a finales del año 2003 antes del lanzamiento de las misiones sociales.

El drama del liderazgo opositor es que no logra capitalizar ese descontento. A 31 días de las elecciones parlamentarias las proyecciones de votación (realizadas a partir de tracking quincenales por circunscripciones) hacen suponer que mientras el chavismo podría estar capitalizando hasta 84 diputados, la oposición podría alcanzar 53 (32 asegurados por la votación histórica) Mientras los 25 curules restantes aún estarían disputándose, pero con intención de votación pro-gobierno.

Sobre estas encuestas y proyecciones se deben hacer varias acotaciones: Los trabajos de opinión pública nacionales no sirven para proyectar resultado a la Asamblea Nacional porque sus datos de intención de votación pueden no coincidir con las 87 circunscripciones de votación. Para proyectar escenario de resultados al Parlamento se requieren encuestas por circunscripción, siempre teniendo muy presente que las encuestas no predicen el futuro; sólo constituyen la fotografía de la Opinión Pública -del país, una región o una circunscripción- en el momento que fueron hechas. Esta fotografía sirve para saber si estrategia, mensajes clave, etc., son los correctos, o si deben mejorarse para modificar alguna tendencia.

La fotografía que se tiene de las 87 circunscripciones de votación hasta este momento sugiere que el diseño de campaña de la oposición no es el correcto y
-lamentablemente- el triunfalismo de buena parte del liderazgo opositor (que habla de obtener la mayoría de los diputados) hace que sean incapaces de aceptar, o al menos escuchar -en privado o en público- críticas o recomendaciones.

En primera instancia es importante que la estrategia de campaña de la MUD intente minimizar el impacto de los errores cometidos en los últimos meses: malos candidatos en las 21 circunscripciones más disputadas y ausencia de una tarjeta alternativa a la de partidos tradicionales.

En segundo lugar sería importantísimo reconocer que el slogan “Pa que coja mínimo” -quiero creer que no son ciertos los rumores de cómo se ideó este slogan a partir de una actividad de candidatos de la MUD en Carabobo- sólo le llega a los opositores convencidos, no conecta con los No Alienados Políticamente y mucho menos con el chavismo Light, todo lo contrario, las piezas comunicacionales que lo incluyen terminan siendo confrontacionales.

La oposición debería asumir una campaña de ámbito nacional con tuviese identidad gráfica y dos mensajes clave únicos: seguridad ciudadana y seguridad social. Es vital que los integrantes de la MUD -y el resto de secretarios generales de los partidos- entiendan que las caminatas de los candidatos no pueden convertirse en una “guerra de barras” entre los distintos partidos, en las cuales las organizaciones políticas se esfuerzan más porque su slogan sea escuchado que por conectar con los electores.

Por supuesto, estás recomendaciones sólo son viables si los partidos de oposición no ven el 26 de septiembre como un evento electoral para recuperar cuotas de poder, aunque la selección de candidaturas -y la pelea por los puestos salidores- hacen suponer que lamentablemente es así.