¿El presidente de la República se ubica tan mal en las encuestas que tiene que cambiar el color rojo de batalla por el azul celeste “del amor”? para Luis Vicente León, director de Datanálisis, la respuesta a esta interrogante es “no”.
Explica que esta variación debe entenderse como un “reforzamiento de su estrategia central con una nueva arista”. Desde su perspectiva, Chávez ha tratado de concentrar su campaña en dos aspectos centrales: las misiones y la defensa de la soberanía.
“Con la primera opción reforzó su conexión utilitaria con la población -explica León- y con la segunda intentó ignorar a su contendor (Manuel Rosales) y polarizar con el presidente de Estados Unidos, tratando de desviar con esto la atención de la gente de los problemas de la ineficiencia local, para ubicarlos en el plano nacionalista de la defensa de la patria”.
Para León, la radicalización de Chávez en materia internacional le pasó factura; esto, unido a las acertadas respuestas de Rosales, rompieron la conexión del Presidente con el sector de la población no alineado políticamente (ni-ni), quienes “se estresan con los temas radicales”.
Aunque muchos ni-ni (aproximadamente 40% de la población) no “compran” la oferta Rosales, han dejado de apoyar al Presidente.
“Chávez en efecto sigue siendo mayoría -aclara León- pero ha caído y está tratando de recuperarse con un complemento de campaña (…) Esta acción se enmarca en el mismo espíritu de la estrategia de no disfrazarse de militar y mostrarse civil”.
Aclara que las nuevas piezas publicitarias son “absolutamente emocionales” y no están dirigidas a la clase media ni a profesionales.
“Es interesante entender que esa pieza que alguien moderadamente sofisticado interpreta como una descarada hipocresía -argumenta León- puede hacer llorar a personas que no tienen tanta capacidad de pensamiento abstracto”.
León especifica que la intención de voto por Chávez continúa sobre 50%. No obstante, advierte que 10% de sus votos potenciales provienen de los “no alineados políticamente”.
Si Rosales congregara a toda la oposición, incluido los abstencionistas, todavía le queda el reto de ganar adeptos en ese terreno débil para Chávez, esto es lo que Chávez intenta blindar con las nuevas piezas.
Alfredo Keller -director de Keller & Asociados- no comparte esta visión. Asegura que Chávez viene cayendo sistemáticamente; desde 59% en el mes de enero pasó a 50% en septiembre, contra un repunte de Rosales de 7% a 37% en el mismo lapso.
“Chávez está perdiendo el voto duro, el voto comprometido, el voto movilizable -explica Keller–. A principios de año, en el componente de su votación, 39% del electorado era considerado voto duro; esto ha venido cayendo y hoy en día es 25% del electorado”.