Hola. Me gustaría compartir con ustedes dos visiones sobre mi librito. La primera de Ricardo Bello (articulista de El Nacional y la segunda de Luis Vicente León, director de Datanálisis)

Lucidez electoral

RICARDO BELLO mailto:[email protected]
F ui testigo principal ante una junta electoral municipal, participé en casi todas las reuniones del Comando de Estrategia de Rosales en Carabobo y fui su gerente de Campaña en un municipio.

Presencié, con las pocas personas que asumieron su responsabilidad, las auditorías; recogí las papeletas y las llevé a buen recaudo, tal como lo habíamos establecido en nuestro plan de seguridad.Chávez ganó limpiamente si limitamos el campo semántico de la afirmación a lo ocurrido el día 3 de diciembre.

No fue una elección transparente: la absoluta desproporción de los recursos financieros, entre otros detalles, impedía una carrera limpia, pero aún así, fue la decisión correcta, debíamos participar para intentar mostrar la posibilidad de otro país. No existe mejor plataforma comunicativa para convencer a indecisos y adversarios que una elección presidencial. Nuestras mayores dificultades fueron creadas por la oposición radical que optó por desentenderse de un proceso viciado, es verdad, en su organización.

No fue la lista Tascón la responsable de la derrota, ni las amenazas a los empleados públicos o el desánimo del sector antichavista reducido a una depresión crónica, consumida por frases altisonantes, heroicas y vacías. Perdimos porque nos ganaron.

No tengo manera de recordar la experiencia del 3D sin que se me revuelva el estómago; pero, también, sin comprometerme con mayores dosis de lucidez política, sin afinar esa rara voluntad para concretar la comunicación efectiva de un proyecto político a la derecha del Gobierno, pero a la izquierda de la oposición.

Eugenio Martínez acaba de publicar un libro importante: ¿Por qué pasó lo que pasó? (Libros Marcados, 2007) que toca casi todos los aspectos importantes de la jornada. Es uno de esos libros que descompone el ánimo, capaz de cuestionar tantas verdades a medias, tantos embustes y manipulaciones, que provoca tirarlo a la basura. Pero lo leí de una sentada. No quise ahondar en los errores, lo que su autor calló a fin de abrillantar sus argumentos –las amenazas veladas y no tan disimuladas a los dirigentes opositores, los recursos infinitos del Gobierno colocados al servicio de su candidato o el control descarado del CNE, por ejemplo–, sino hundir más bien el cuchillo en las heridas, en lo que no nos dijimos. Una muestra: entre los municipios con sobrecobertura de población electoral, más votantes que habitantes, estaban algunos controlados políticamente por la oposición. Otra: el este de Caracas aporta apenas 1,5% del total de asistentes al evento electoral, pero aun así las encuestas realizadas ahí se tomaron como representativas del país. Esto lo sabían demasiados dirigentes nacionales.