Mientras escribo este texto Hugo Chávez está conmemorando 11 años en el poder. En este tiempo ha encadenado a la radio y la televisión del país en 1.998 oportunidades, lo que, en promedio, implica 60 días continuos de discursos oficiales. En este conteo no se incluyen las 350 transmisiones de Aló Presidente, ni el resto de apariciones televisivas y radiales del Jefe del Estado. Tampoco se considera que desde el 22 de diciembre 58% de los canales que integran la parrilla de programación de las cableoperadoras están en la obligación de transmitir las alocuciones presidenciales. Tampoco se puede olvidar que a la fecha el Presidente lleva publicado -no estoy seguro que él sea el autor- 55 Líneas de Chávez en el diario ÚLTIMAS NOTICIAS.

Un monólogo interminable, cuando en realidad el país necesita que los tres grupos de ciudadanos que lo componen -chavista, oposición y hartos del chavismo y de la oposición- debaten entre sí para lograr identificar objetivos en común: Evitar el colapso eléctrico, reducir la impunidad, evitar la matanza anual de 15 mil venezolanos, etc.

Sin duda alguna estos 11 años han servido para que el Jefe del Estado -y su revolución- avancen en la construcción de la tan deseada hegemonía comunicacional. No sólo por el monopolio que el Presidente hace de los espacios audiovisuales -su gobierno ha tenido muy poca fortuna en la rama impresa- sino por el número de medios comunitarios, de alcance regional y nacional que cada día toman como propio el discurso oficial, el discurso en donde se acepta la lisonja, pero no la crítica; el discurso que hace buena la política de la revolución que indica que sólo se puede contratar a “leales incondicionales” en lugar de venezolanos competentes.

La última frontera de esta batalla por la hegemonía comunicacional la representan las redes sociales. Un terreno despreciado inicialmente por el chavismo. No son pocos los representantes de la revolución -entre altos dirigentes, cuadros medios y simples simpatizantes- que siempre rechazaron el tema 2.0 por considerarlo snob o propio de élites antirrevolucionarios.
No obstante, el Ejecutivo -siguiendo la estela de temor que internet desata en regímenes como el cubano y el chino- acaba de emprender su lucha en contra del pajarito, es decir: el Twitter.

Una lamentable consigna revolucionaria del Presidente -potenciada desde La Hojilla- llamando a “tomar” espacios en esta red social está convirtiendo un maravilloso espacio para el debate en una guerra de insultos, usurpación de identidades y manipulación del sentido de los tweets. Sepan los amigos del chavismo que recién se interesan por el Twitter que antes de la llamada revolucionaria a tomar espacios en internet muchos de sus camaradas ya estaban en la red potenciado un debate de ideas muy valioso con aquellos que no comulgan con el proceso revolucionario. Voy a hacer referencia a uno solo de ellos: @GaboVzla (Gabriel López) Reportero de ANTV, convencido de las bondades del proceso revolucionario, siempre dispuesto a defender sus principios con argumentos. Como él. Muchos chavistas estaban en la red dando una batalla de ideas. Hasta la nefasta orden de “tomar” twitter.

Afortunadamente la dinámica de esta red social está permitiendo que las personas que desde el 25 de enero se dedican a insultar, dividir, boicotear el debate, usurpar identidades y desinformar sean limitadas a un campo de acción muy reducido. En pocos días los propios usuarios de la red, sin importar su tendencia política, se encargarán de regresar este espacio de debate e intercambio de ideas a lo que era antes de la orden presidencial.

Lo lamentable es que personas que están convencidas de los beneficios de la revolución, personas a las que respeto personalmente y admiro en el plano profesional desestiman las críticas al boicot del debate en la red. Venezuela necesita puntos de encuentros. Si la forma de sacar al país de este eterno conflicto pasa por promover el debate en Twitter, en Facebook o haciendo que todos nos entendamos hablando “Cuti”, pues a defender el intercambio de ideas en twitter, y en “Cuti”