El Sistema de Autenticación Integrado (SAI) será uno de los principales protagonistas de las discusiones previas al 7 de octubre y -tal vez- posteriores a la elección presidencial. 
Comencemos por una pregunta básica que está circulado en las redes sociales “¿Para qué va a servir el SAI?”. La respuesta institucional del organismo comicial sugiere que se utilizará para “garantizar que la máquina de votación no pueda ser activada hasta tanto exista un elector registrado para ejercer el voto frente a ella”. 
Básicamente como cada máquina de votación contendrá sólo las huellas de los electores asignados a la mesa en la cual será utilizada evitará la suplantación de identidad o el doble voto. Hasta este punto es un sistema perfecto y recomendable. 
Sin embargo, aunque el diseño del SAI no vulnera el secreto del voto, en un país en el cual la Lista Tascón sigue aplicándose -la Unefa es el último ejemplo- vale más la percepción que tengan los ciudadanos que todas las explicaciones técnicas que puedan ofrecerse. 
¿Es necesario usar el SAI? Llevar la identificación biométrica a todas las mesas de votación no es una idea original del CNE, fue una de las recomendaciones técnicas que realizaron los integrantes de la Misión de Observación Internacional de la Unión Europea en el año 2006. Por su parte, el CNE mantiene que estos equipos garantizan el principio “un elector, un voto”. No obstante, en ocho años no se han entregado datos que indiquen cuántas personas fueron descubiertas intentando usurpar una identidad para votar. Para el CNE esto es normal porque la principal virtud de las captahuellas es su capacidad disuasiva para que no se intente suplantar la identidad de otro elector el día de la votación. 
¿Cómo será el proceso de votación el 7 de octubre? Hasta las elecciones parlamentarias de 2010 sólo los electores inscritos para votar en los estados Anzoátegui, Apure, Carabobo, Miranda, Lara, Táchira, Zulia y en el Distrito Capital (49% del total de electores) se identificaban biométricamente. Es decir, la mitad de los electores nunca se han enfrentado a una captahuellas antes (el CNE prevé realizar, además de sus tradicionales ferias electorales, dos simulacros nacionales para que los ciudadanos se familiaricen con el sistema). 
El 7 de octubre al llegar un elector a la mesa uno de los miembros de mesa tecleará en el sistema de identificación biométrica el número de la cédula de identidad del votante para verificar que está inscrito en la mesa a la que acudió. Si esta primera verificación es efectiva, entonces se procederá a colocar el pulgar en el lector óptico del SAI. En esta segunda verificación el sistema puede ofrecer cinco resultados distintos: 1) Autenticación válida. 2) Autenticación que no coincide con los registros del CNE. 3) Elector sin huellas dactilares registradas. 4) Información insuficiente en el dedo del elector (huellas o capturas de baja calidad). 5) Elector con discapacidad. 
En el primer caso, el presidente de mesa procederá a desbloquear la máquina de votación para que el elector continúe con el proceso de votación. Aunque muchos medios han informado que la máquina se desbloqueará automáticamente con la huella esto no es cierto, ya que esta responsabilidad siempre recaerá en el presidente de mesa. 
Si el SAI determina que la toma de la huella del elector no coincide con las almacenadas en la máquina de votación; que el CNE no posee registros de las impresiones dactilares del votante (al día de hoy este es el caso de 1,2 millones de votantes) o que la información en la huella capturada o en la huella almacenada en la máquina es insuficiente, deberá pasar el siguiente elector en cola para autenticarse, mientras el presidente de mesa solicitará al ciudadano cuya identificación no fue positiva que rellene la planilla de regularización. Este proceso no deberá interrumpir el flujo de la cola de electores. Una vez que el ciudadano entregue la planilla de regularización (con sus datos, impresiones dactilares, etc.) el presidente de mesa desbloqueará la máquina para que el ciudadano pueda votar. 
¿Se puede votar si la máquina no reconoce la huella del elector? La principal duda que existía en 2011 con relación a la implementación del SAI ya está resuelta. Falta que concluyan las pruebas de flujo de electores y circulación de cola para conocer el impacto en el tiempo promedio de votación. 
¿Y las captahuellas viejas? El CNE dispone en la actualidad de 11.929 captahuellas. En este momento se utilizan para los registros de la Misión Vivienda y otros planes sociales del Ejecutivo Nacional. 
¿Cuánto cuesta el uso del SAI? Por el proyecto de identificación biométrica que se desplegó desde 2004 hasta 2010 el CNE canceló 115 millones de dólares. En este costo se incluye la compra de los equipos (cerca de 15 millones de dólares) la transferencia de tecnología y la adquisición del sistema AFIS (Automated Fingerprint Identification System) Según la solicitud de crédito adicional que presentó el CNE en el año 2011 la adquisición de 42 mil nuevos terminales de identificación biométrica implica un desembolso de 112 millones de dólares. 
¿Se puede saber por quién votará el elector? No existe evidencia que avale esta teoría. El anterior sistema de captahuellas fue auditado por la Unión Europea y la OEA. Los técnicos de ambos organismos hemisféricos descartaron que con estos equipos se violara el secreto del voto. 
No obstante el nuevo sistema tiene la particularidad que requiere almacenar en la máquina de votación el registro de huellas de los electores inscritos en la mesa de votación a la que está asignada. Los técnicos que han podido evaluar el SAI aseguran que las máquinas trabajan con “una cola de no duplicidad” en la que ingresan -en orden aleatorio- todas las huellas de los electores que hayan sufragado, para evitar que vuelvan a intentar desbloquear el equipo. Que el registro de huellas y votos se almacenen en secuencias aleatorias distintas -que no pueden reconstruirse- es una de las condiciones que avala el secreto del voto. No obstante, estos elementos se auditarán en las próximas semanas para aclarar las nuevas dudas que puedan surgir. 
Sin embargo, sigue importando más la percepción que tengan los electores que la verdad técnica. Por lo tanto es necesario preguntarse si algún factor político -aunque técnicamente sea imposible- puede sacar partido de que los electores tengan el temor de que su voto no es secreto. ¿Usted qué piensa?