El sector sindical es uno de los últimos bastiones que la revolución debe tomar. ¿Por qué? Aunque especular es muy sencillo basta con rememorar la postura de Lenin con relación a la existencia de las organizaciones sindicales para entender la imperiosa necesidad del Ejecutivo Nacional por controlar a las organizaciones de trabajadores que no le son leales, para después destruirlas.

Hay que recordar que tomando como referencia “las enseñanzas” de la lucha de clases, Lenin diseñó un programa político para organizar a los sindicatos, tanto en la etapa poscapitalista como en el periodo de edificación del socialismo.
Para los años en que el capitalismo aún vivía, Lenin consideraba a los sindicatos como organizaciones vitales para que la clase obrera internalizara la imperiosa necesidad de luchar en contra del capitalismo.
Para la etapa de construcción del socialismo Lenin destruyó a los sindicatos que no aceptaban plegarse al partido y que rehusaban reconocer que antes de la organización de los trabajadores existía un partido único.Al finalizar la revolución soviética los sindicatos dejaron de velar por los intereses de los trabajadores para convertirse en el ejemplo de cómo el proletariado podía tomar el poder de los medios de producción y convertirse en el primer frente de batalla en contra del Estado burgués y del capitalismo.
Con los matices propios del siglo XXI, la revolución venezolana copia el modelo ideado por Lenin. Coincidiendo con el 1 de mayo se está entrando en la fase de la revolución en que los sindicatos no deben velar por el derecho de los trabajadores porque deben enfocarse en difundir la ideología del proceso. Como sucedió en la extinta URSS los reclamos laborales ya no tienen cabida en Venezuela, porque cualquier exigencia de los obreros se interpreta como un ataque directo a la revolución y a las políticas que intentan lograr que todos seamos iguales.
¿Usted lo duda? Basta con comprobar que hasta la fecha están sometidos a juicio 85 dirigentes sindicales y activistas por exigir reivindicaciones contractuales. Para el Ejecutivo Nacional estas personas violaron el artículo 56 de la Ley Orgánica de Seguridad Nacional, lo que sugiere que se continúa avanzando en la tesis de criminalizar las protestas que en cualquier país son naturales.
A la criminalización de la protestas se debe unir la aprobación de la Ley de Propiedad Social (aún en discusión) instrumento legal que podría acabar con el sindicalismo al convertir a las organizaciones que tradicionalmente defiende a los trabajadores en los famosos, inoperantes e ideologizantes “consejos de fábrica”.
Además este instrumento legal que impondrá la exigencia de una igualdad salarial en las organizaciones -sin importar el cargo, la experiencia o la responsabilidad- no sólo provocará que las empresas sean menos competitivas, sino que se opone a la existencia de las organizaciones profesionales y sindicales.En la destrucción de los sindicatos el Ejecutivo Nacional tiene mucho camino andado. Además del nefasto papel jugado por los integrantes de la CTV, hay que reconocer que al día de hoy apenas 87 mil venezolanos están amparadas por contratos colectivos vigentes, mientras 918 mil trabajadores continúan esperando porque se culminen los procesos de negociación que, teóricamente, deben proporcionarle mejoras en sus beneficios contractuales.

El dato más alarmante es que de los 87 mil venezolanos que gozan de contratos colectivos, apenas 33 mil se encuentran en el sector público. En consecuencia -con la sospechosa actuación de la CTV- el Ejecutivo Nacional avanza en su plan de transformar a los sindicatos y destruir el salario como principal componente de toda relación laboral.