Las circunscripciones que definen el 26-S

Las redes sociales y los servicios de microblogin sirven para casi todo. En los últimos días he recibido varias críticas -o denuncias según la óptica que se utilice- en las cuales se me acusa de trabajar para el G2 cubano. La base de la acusación es sencilla: decir que la MUD se equivoca equivale a trabajar para el Gobierno. Aunque entiendo la importancia de “sumar” apoyos, desafortunadamente nunca he creído en la solidaridad automática.
Paso entonces a explicar por qué se me considera un agente del G2: A finales de 2009 comencé una campaña para exigir que los 16 principales partidos de oposición presentaran candidatos únicos para los comicios parlamentarios. La petición se sustentaba en el cambio de la Ley Orgánica de Procesos Electorales.
Durante las “negociaciones” para discernir cuáles candidatos serían escogidos en primarias y cuáles por consenso advertí sobre lo inconvenientes de algunas maniobras y decisiones. Mi petición era sencilla: ofrecer caras nuevas.
La tesis -muy del G2- que tanto molesta es simple: la votación histórica por circunscripciones garantiza a la oposición capitalizar entre 35 y 40 diputados. Justamente, las “negociaciones” y repartos de cuotas de poder entre los 16 principales partidos de oposición se centraron en las circunscripciones “papayas”, en garantizar fichas entre esos 40 diputados y se olvidaron de las zonas -21 circunscripciones específicamente- que realmente definirán la elección de septiembre.
Básicamente la oposición no necesita de “unidad” para obtener las curules que la votación histórica le garantiza; la unidad es necesaria para incrementar el piso de 35-40 diputados hasta los 84 curules que garantizan la mayoría simple del Parlamento.
Particularmente difiero del método de selección de los candidatos y de varios de los “acuerdos” alcanzados. Por eso soy del G2.
Sobre la selección y los nombres de los candidatos ya no queda nada más que hablar. Los seleccionados -por muy malos que sean- deben ser apoyados. Después se podrá hacer un análisis más detallado -si los defensores de la MUD lo permiten- de los métodos empleados y sus consecuencias.
Actualmente soy del G2 porque denuncio la ausencia de una verdadera campaña paraguas.
El lema central de la campaña “Una mayoría que equilibre” y el ya famoso “Pa’ que coja mínimo” va en contra de las mayorías de las recomendaciones estratégicas que ha recibido la MUD en estos meses, e históricamente la oposición desde los días de la Coordinadora Democrática.
El lema “Pa’ que coja mínimo” desafortunadamente polariza con Chávez. Sobran los análisis que explican por qué polarizar con el Presidente -que es la base de su estrategia electoral- no es aconsejable para quienes le adversan. Con estas piezas pareciera que la oposición intenta “confrontar” con el Comandante-Presidente; estrategia comunicacional arriesgada y con pocas posibilidades de éxito.
Los avisos que hemos vistos publicados en la prensa nacional (especialmente enEl Universal, El Nacional y Notitarde) constituyen otro error estratégico: Están dirigidos a un sector de la población que mayoritariamente está convencido de votar en contra del Presidente (nótese que no escribo votar a favor de la oposición).
Es criticable de estas piezas publicitarias que se enfoquen en decir lo que está mal.; sin embargo no hay propuestas de campaña para resolver esos problemas salvo el documento “100 soluciones para la gente” que mezclan propuestas legislativas -algunas interesantes- con buenas intenciones.
Es de reconocer que, a pesar de los errores, esta campaña está mejor pensada que el “No es No” de febrero de 2009. Si realmente se centrara en dos o tres frases clave, dirigidas a proponer soluciones a los temas de seguridad social y ciudadana, y realizara énfasis en la función de control del Parlamento, la campaña de la MUD tendría más pegada.
Sin embargo, parece que la oposición cree que está jugando sola. Chávez -en cuanto a opinión pública- se encuentra en un escenario similar al de 2003, antes de la aparición de las misiones sociales, no en vano vemos en las piezas comunicacionales del PSUV dos elementos constantes: “El pueblo para la Asamblea” y -con la foto de Chávez de fondo- “Llegó la hora de hacer leyes por iniciativa popular”.
Suponer que “el voto castigo” será suficiente para ganar en septiembre es muy arriesgado para la oposición.
La última prueba que soy del G2 se remite a esta frase: “Si la elección fuera este domingo, la oposición obtendría 55 diputados”. Expongo mi tesis: si la votación histórica garantiza a la oposición entre 35 y 40 diputados, ganar 55 curules no puede considerarse una victoria, especialmente cuando todas las encuestas demuestran el descenso lento pero sostenido de Chávez.
¿La buena noticia? Falta mes y medio para corregir errores, prestar atención a las circunscripciones decisorias, hacer una verdadera campaña paraguas e intentar levantar los números globales.