11:00 a.m. La principal apuesta del Ejecutivo nacional y los peores temores de la oposición comienzan a materializarse: los estudiantes pierden el poder de convocatoria. Sólo unos pocos alumnos de las casas de estudio superior se encuentran en la plaza Brion a la hora acordada.
Tal vez aprovechando la escasa presencia de universitarios, la Policía Metropolitana decide cambiar la ruta original de la marcha que planea llegar hasta la sede del Tribunal Supremo de Justicia.
Transcurrió una hora. La concentración gana en consistencia. Comienzan a llegar -marchando desde Sabana Grande- los estudiantes de la UCV, por metro llegan los de la USM. La UCAB, Unimet y Monteávila inician el despliegue de sus pancartas. La concentración continúa sin llenar la plaza. Desde el camión de sonido que acompaña a los estudiantes hace una semana se advierte que se necesita un millón de bolívares para poder costear el despliegue del resto de unidades que movilizarán las cornetas y a los periodistas durante el recorrido hasta el Máximo Tribunal.
390 mil bolívares es la cifra reunida. La marcha sigue sin partir, mientras SMS extraños llegan a los teléfonos de los estudiantes. “¿Qué dicen?”, se interrogan entre ellos; “los círculos bolivarianos tomaron toda la ruta de la marcha”, es la respuesta generalizada. “¿Quién envía el mensaje?”, los universitarios no saben responder a esta pregunta, las advertencias de peligro llegan desde números desconocidos.
12:46 p.m. Los organizadores deciden que es el momento de partir; enfilan desde la plaza Brion hasta la avenida Casanova. El miércoles pasado, cuando se marchó hasta la Defensoría del Pueblo, la salida hasta la avenida duró 39 minutos, en esta ocasión 18 minutos fueron necesarios para que se vaciara la plaza y se llenara la Casanova.
El recorrido hasta la torre La Previsora repite las escenas del pasado miércoles: mucho apoyo desde las ventanas y solitarias banderas “rojas, rojitas”, tan pequeñas, que los universitarios ni siquiera advierten su presencia en los edificios.
Al cruzar a la avenida Libertador -justo en la esquina del hotel Crillón- para dirigirse hasta la avenida Andrés Bello la PM les impide el paso. “¡Quieren obligarnos a caminar por la Libertador!”, gritan algunos estudiantes, que intuyen una maniobra para emboscarlos. Bajo la lluvia, Stalin González enseña la ruta que enviaron al ministro Carreño. La respuesta del comandante de la PM es contundente: “Esa ruta no está permisada porque no acudieron a la reunión en el Ministerio”. La reacción de González es más contundente: “A esa reunión nunca nos convocaron”.
Se retiran los PM. Varias llamadas por celular los hacen volver. Los estudiantes tendrán lo que piden, pero deben responsabilizarse por cualquier altercado que ocurra durante el recorrido; “la policía no se hará responsable”, la advertencia se repite tres veces.
2:52 p.m. La PM vuelve a interrumpir el paso de la marcha. En esta ocasión se colocan en el elevado que marca el inicio de la avenida Urdaneta. El despliegue policial es de tal magnitud que los estudiantes deciden responder contundentemente… entregándoles claveles. La PM no sabe qué hacer o cómo reaccionar. Los rostros atónitos de los agentes describen la pequeña victoria de los estudiantes.
Caminan hasta San Bernardino y de ahí hasta la avenida Panteón. Las consignas comienzan a ganar en intensidad: “Sin autobuses, sin autobuses, sin autobuses llegamos al TSJ”, los gritos son respaldados por los vecinos, que se lanzan a las calles. 3:32 p.m. La marcha llega a 500 metros del Tribunal. “Sin autobuses, sin autobuses” el grito se repite, los barrios de la zona lo apoyan, “sin autobuses, sin autobuses”, la consigna se vuelve ensordecedora. “Sin autobuses, sin autobuses”, la marcha se convierte en una histeria colectiva, están en el Tribunal, pero aún queda gente que camina por la avenida Panteón.

*Crónica escrita para el diario El Universal, edición del martes 5 de junio.