La guerra de encuestas -o la guerra de análisis sobre las encuestas- comenzó antes de lo esperado. El más reciente estudio del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) -con campo en la primera quincena de marzo- desató la nueva polémica, antes lo hizo Hinterlaces y en febrero las encuestas preprimarias. Con relación al último estudio del IVAD se deben hacer dos consideraciones: 1) Las cifras de intención de voto publicadas, especialmente por los medios oficiales, son correctas y corresponden al estudio realizado en el mes de marzo -el análisis de las causas de esta brecha entre Hugo Chávez y Henrique Capriles Radonski es materia para otro artículo-; 2) No es cierto que la encuestadora concluyera en su informe que la tendencia de votación registrada en marzo es irreversible y por lo tanto el Presidente tiene la reelección asegurada, o que la intención de voto por Capriles Radonski no puede aumentar (de ahí la importancia de ver todo el estudio y no las respuestas a una sola pregunta). 
Obviando el caso del IVAD, en las últimas semanas se ha puesto de manifiesto el poco rigor de los medios de comunicación para publicar -y analizar- estudios de opinión pública a los que no tienen acceso en su totalidad, lo que ocasiona que las notas de apertura se elaboren en función de algunas pocas láminas en Power Point de las que se desconoce la ficha técnica del estudio que sirvió de base para elaborarlas, el método de muestreo, el cuestionario formulado y el orden en que se realizaron las preguntas (internacionalmente se considera que conocer estos datos, además del error muestral, confianza, tablas de datos, etc., son algunos de los indicadores para decidir publicar como información el resultado de un trabajo de opinión pública). 
Para las siguientes líneas de este texto tomaré fragmentos del capítulo VI del libro “Investigación electoral” del profesor Félix Seijas, publicado por la Universidad Central de Venezuela en 1998. 
¿Cómo influyen las encuestas en los procesos electorales? Según el profesor Seijas durante una campaña se realizan distintos tipos de encuestas: selección del candidato, de control, de arranque de campaña, durante la campaña, final de la campaña y última de la campaña (para los interesados este es el capítulo III del libro anteriormente referido). Estas encuestas -según explica Seijas- “toman su nombre dependiendo del momento de realización y cada una tiene su finalidad y objetivos determinados”. 
En su libro Seijas aclara que hay personas “en los comandos de campaña, interesadas en darle uso a estas encuestas con fines publicitarios cuando les favorecen, en especial, cuando ocupan el primer lugar, en la creencia de que pueden modificar la conducta del elector y aumentar la ventaja o, en el peor de los casos, mantenerla, por aquello de anotarse al ganador (…). Nada más incierto. No hay estudio científico alguno que demuestre que los votantes cambien de parecer por los resultados de las encuestas dadas a conocer durante las campañas electorales (…). Hay evidencias, según las cuales, la creencia en el efecto ganador, sobre todo cuando dista del momento de las elecciones, carece de formalidad científica”. 

¿Cómo se utilizan las encuestas en los pronósticos electorales? 
Durante el proceso de campañas electorales se realizan muchas encuestas, según el profesor Seijas -citando el libro de Stoetzel y Girard- “el resultado de una encuesta no es verdadero sino en los límites de un intervalo de confianza. Esto bastaría para destruir el argumento de quienes han llegado hasta a pensar que las encuestas podrían sustituir a las elecciones”. 

¿Es conveniente publicar las encuestas? 
Según Seijas “lo recomendable al publicar las encuestas sería citar la fuente y acompañarla de una ficha técnica que debe informar el tamaño de la muestra, el tipo de muestra, los ámbitos del estudio, el periodo de recolección del dato, errores tolerables (máximos admisibles) y niveles de confianza (…). Es casi inevitable la llamada guerra de las encuestas, lo lastimoso es que las que más proliferan a través de los medios de comunicación son, por lo general, las menos fundamentadas técnicamente y hasta manipuladas con fines propagandísticos contra las que en verdad son elaboradas con todo el rigor científico y que son las que cumplen con el deber de brindarle al usuario un producto de buena calidad. Esta guerra es casi imposible de controlar por medios alguno, legal o no. En todo caso, se debe persuadir a los actores del daño que se comete y de sus efectos”. 
Para cerrar este texto, nada mejor que citar algunas líneas de Joseph Napolitan: “Las encuestas que son publicadas ponen usualmente casi todo su énfasis en lo que los encuestadores llaman los resultados de las carreras de caballos: quién está adelante y por cuantos puntos. Aunque siempre es interesante, esta información no es en particular valiosa para la planificación de las campañas (…). Un hecho indiscutible acerca de las encuestas políticas es el siguiente: Las encuestas no ganan elecciones. Lo que gana elecciones es el uso que el candidato hace de la información que obtiene a través de las encuestas”.