No voy a evaluar (en este post) el impacto -positivo y negativo- que puede tener la reducción de la jornada laboral a seis horas, o el escalonamiento de los horarios de entrada y salida de la banca (con este aspecto concuerdo en esencia)
Sólo me voy a enfocar en el aspecto “electoral” de la medida. Es decir, voy a criticar la propuesta por estar concebida para ganar votos, única y exclusivamente para eso.
¿Por qué digo que es una medida electoral, caza electores bobos?
Al analizar con detenimiento el artículo 90 -de la Constitución aún vigente- podemos leer : “la jornada diurna no excederá de 8 horas diarias (…) Se propenderá a la progresiva disminución de la jornada de trabajo”
Es decir. Si el aparato productivo venezolano fuera eficiente, la jornada laboral ya podría haber disminuido en la práctica. Esto no ha sucedido.
Según este artículo, en los últimos 8 años, las políticas laborales del Estado y de la empresa privada deben haber logrado la reducción de la jornada laboral.
¿Por qué no se concreta esta reducción?Me parece que la modificación de este artículo es sólo de forma, más no de fondo, y está únicamente orientado a captar la atención -y los votos- de una gran cantidad de electores tontos, que no votan por un proyecto de país, sino por su teórica comodidad.
Otra cosa: Si se aprueba la reforma Constitucional (en este momento, las encuestas hablan de 62% de aceptación a la propuesta presidencial) me pregunto: ¿Qué pasará con ¡Aló, Presidente!. Los maratónicos programas dominicales -si no se cambia su formato- serán una violación constante del artículo 90 de la Constitución. Los obreros, técnicos y periodistas que están amarrados a escuchar al Jefe del Estado desde que comienza, hasta su última palabra (incluso, si estamos de guardia y nos toca el Aló es probable que vayamos al baño, con los audífonos puestos) veremos cercenado nuestro derecho constitucional a trabajar sólo seis horas… ¿Chávez va hablar menos si se reforma este artículo?