Una vez más -y ya son unas cuantas- la oposición demuestra su falta de planificación estratégica. Electoramente hablando vuelve a demostrar que no tiene claro sus objetivos, que no sabe lo que quiere -y debe- lograr.
Si se pretenden reformar la Ley Orgánica de Educación o evitar que se continúen aprobando leyes que desconozcan el resultado del referendo constitucional de 2007 -como la Ley de Tierras Urbanas- la única alternativa que existe es controlar la Asamblea Nacional; ergo lograr la mayoría en la próxima elección. Al día de hoy cualquier iniciativa legislativa que se tome ante un parlamento dominado por el PSUV fracasará estrepitosamente.
La nueva ley electoral -que impone en Venezuela un sistema de sobre representación de las mayorías- fue pensada para explotar las miserias de la oposición, está diseñada para que el chavismo se beneficie de la incapacidad de los dirigentes políticos que los adversan para unirse, para concretar candidaturas únicas.
Como es costumbre el chavismo impone las reglas del juego y la oposición no se entera de las nuevas normas hasta que es inevitable la derrota. La ley electoral aprobada por el PSUV está diseñada para permitir que un bloque que capitalice, por ejemplo, 50,01% de los votos se le adjudiquen 85,37% de los escaños de la próxima Asamblea Nacional. Por ende, si el otro bloque capitaliza 49,99% de los votos sólo obtendría 14,63% de las curules.
Para beneficiarse de este sistema no es suficiente que todos los candidatos de oposición, por separado, sumen 50,01% de los votos. Para que funcione la sobre representación de las mayorías es indispensable que se presenten candidaturas unitarias.
Supongamos que la caída del chavismo en la encuestas continúa en 2010. Supongamos que las miserias de la oposición le impiden acordar 167 candidaturas únicas para la próxima elección del Parlamento. Supongamos que la oposición se presenta en dos grandes bloques. Supongamos que el bloque A de oposición capitaliza 33,33% de los votos y el bloque B de oposición 33,34% de los sufragios. En este escenario, el chavismo, obteniendo sólo 33,35% de los votos podría capitalizar hasta 82,36% de las curules del próximo Parlamento, es decir, 136 diputados.
Visto estos escenarios debería resultar lógico que la prioridad electoral de la oposición no pueden ser los referendos abrogatorios o las reformas parciales de leyes. La prioridad debe ser encontrar la fórmula para postular 167 candidaturas únicas, incluyendo aspirantes a los tres curules reservados para los diputados indígenas.
¿Tarjeta única o alianzas perfectas? Las últimas semanas han transcurrido en un debate estéril que intenta responder esta interrogante. Interrogante que le valdrá a la oposición su próxima derrota electoral.
La alianza perfecta y la tarjeta única funcionan igual de bien, ninguna es mejor que la otra. La diferencia radica en quién es más beneficiado. Si el interés genuino de la oposición fuera recuperar el Parlamento el debate en estos momentos estaría centrado en la fórmula para escoger a los candidatos de unidad y no en el método de postulación. Cuando se conozca el nombre de los 167 candidatos de unidad, entonces se podrá discutir si se postulan en una tarjeta única o con empelando las tarjetas de los partidos tradicionales.
En este momento -y hasta un mes antes de la elección- el método de postulación no reviste ninguna importancia. Lo vital, es acordar 167 candidatos de unidad. ¿Cómo hacerlo? Primarias y negociación política pueden ser una excelente opción. Evidentemente es una quimera suponer que se harán 167 primarias, por esta razón es más sensato reconocer que deben existir varios niveles de negociación para acodar la unidad.
De los 167 candidatos que deben presentarse, 114 deben postularse por nombre y apellido y los restantes 53 a través de listas cerradas, que además deben ser equitativas -según lo establece la nueva ley- en cuanto al género de los candidatos. Es decir, de los 53 candidatos listas que se presenten -al menos- 26 deberían ser mujeres.
Sin duda alguna los 53 candidatos listas deberán salir del acuerdo entre las fuerzas políticas. El resto podría escogerse a través de primarias, siempre y cuando se trate de circuitos ganadores para la oposición. Incluso las primarias podrían desecharse en aquellos casos en que exista un liderazgo regional o local lo suficientemente consolidado. Todo es cuestión de acordar el método de selección. No obstante, pareciera que los líderes políticos están más preocupados por las cuotas de poder que podrían obtener el año que viene que por acordar candidaturas unitarias. Al día de hoy todos los partidos quieren unidad, siempre y cuando la unidad signifique que el resto de la sociedad apoye a los candidatos que el cogollo designó.
Mientras los líderes políticos no cedan en sus aspiraciones, Hugo Chávez fortalecerá sus opciones de obtener la mayoría de la Asamblea Nacional. Un control absoluto del chavismo en el próximo Parlamento significará más leyes “revolucionarias”, y más decisiones dirigidas a desconocer la disidencia y las voces críticas.
La próxima vez que escuche a un líder político de oposición hablando del futuro del país preste atención a lo que dice sobre la unidad para las elecciones parlamentarias. Cuando se lo encuentre en la calle pregúntele por los 167 candidatos de unidad. Recuerde que la única posibilidad que usted tiene de lograr que se reforme la Ley Orgánica de Educación es que el PSUV deje de dominar la Asamblea Nacional