Eugenio Martínez escribe lo que piensa sin temor a nadar contracorriente En varias oportunidades he referido algunos trabajos o conversaciones con mis periodistas favoritos. Afortunadamente tengo muchos a los que respeto y admiro. Éste, de cuyo libro me referiré hoy, tiene un conjunto de cualidades que lo hacen muy especial: inteligente, preparado y con la irreverencia típica de la juventud. Eugenio Martínez, periodista de El Universal, ha cubierto durante los últimos seis años los procesos electorales del país. Es un profesional sincero, que escribe lo que piensa sin temor a nadar contracorriente en un tema como el político, tan peligroso en una sociedad polarizada.
En su ópera prima: “¿Por qué pasó lo que pasó?, Eugenio nos describe, con lujo de detalles, los acontecimientos del 3D, paseándose por aquellos momentos en los cuales una parte importante de la población opositora fue manipulada, con informaciones y estadísticas falsas, que los llevó a pensar, otra vez, que quien perdía ganaba y viceversa. Dice el autor: “Durante dos meses se transmitió la idea de que el triunfo estaba garantizado, y que antes de la medianoche del 3 de diciembre se cobraría. Si no se ganó es porque ocurrió un fraude.
Con este razonamiento colectivo, liderado por los adeptos al Comando Nacional de la Resistencia, se presentó Rosales ante las cámaras de televisión. El gobernador (en cambio) siguió al pie de la letra el libreto que sus asesores prepararon con bastante antelación, en caso de que los números no fueran favorables. Acompañado de su esposa, admitió la derrota, (aunque) sembró la duda -que ahora sirve para cuestionarlo- al decir que el margen era más pequeño que el anunciado. Como todos -o la gran mayoría- de los electores de oposición tenían otro resultado producto de los SMS (mensajes de texto), de los foros en Internet o del dato que proporcionó el amigo de un amigo, Rosales se vio en la necesidad de aclarar -en medio de gritos e insultos- que antes de reconocer el resultado del CNE revisó dos exit polls y cuatro operativos de conteo rápido, además de las copias de las actas de escrutinio”.
Eugenio responde, con sensatez atípica en el debate venezolano, las preguntas clave de ese día: ¿Realmente vencieron a Rosales? Sí. ¿El comando opositor conocía el resultado de la elección desde semanas antes a la contienda? Sí. ¿Se engaño a los electores? Sí. ¿Rosales estuvo secuestrado en Fuerte Tiuna? No. ¿Las reuniones previas de Rosales -junto a Teodoro- con el vicepresidente lo convencieron de aceptar el resultado? Los demócratas no necesitan que nadie los convenza de eso. ¿Todas las encuestas daban ganadora a la oposición? No las serias, como después la población entendió. Pero, bueno, este resumen no hace honor a la calidad de las respuestas del autor, por lo que nadie debe perderse este estupendo trabajo.
En lo personal, lo mejor es que su libro me da la excusa para dar tres agradecimientos que tenía pendiente. El primero al propio Eugenio, por haber creído siempre en nuestro trabajo profesional y hacerlo público a pesar de las presiones del entorno, de las cuales habló incluso en el identificador de su Balckberry en los momentos más sensibles.
El segundo a Teodoro, referido ahora por Eugenio en una entrevista que dio al Noticiero Digital cuando, luego de las elecciones, reconoció que las proyecciones de Datanálisis -tan desprestigiadas en los medios días antes del proceso electoral, eran correctas. Dijo: “Pues es verdad, estaban en lo cierto. Y además nosotros lo sabíamos”.
Y finalmente a Fausto Masó, porque aunque ahora no nos deleita con su análisis profundo en la TV mañanera (afortunadamente nos dejó a Roberto), nos permite leer cosas nuevas, irreverentes e inteligentes a través de su proyecto editorial: Libros Marcados, que finalmente, además de divertido espero que lo haga rico, después de tanto trabajo.
[email protected]