“Cualquiera le gana a Chávez”. Es para preocuparse cada vez que se escucha esta afirmación. En la última semana éste es el principal argumento de los más variados -e influyentes- generadores de opinión del país. Sin duda las encuestas comienzan a hacerle daño a la psiquis de la oposición que suponen que el mandado está hecho y que sólo es cuestión de encontrar la vestimenta adecuada para el 10 de enero de 2013 (fecha constitucional de la toma de posesión presidencial). 
A riesgo que este texto se asemeje a una clase magistral hay que comenzar por explicar -una vez más- que las encuestas sólo constituyen la fotografía de un momento muy específico de la opinión pública (asociado a la fecha de campo del estudio) Por lo tanto, suponer que un estudio estadístico puede predecir el futuro -y creer que las encuestas de abril “dicen” lo que ocurrirá entre julio y septiembre del próximo año- es poco menos que un sinónimo de estultez política. 
¿Chávez tiene malos números en las encuestas? Sin duda. El presidente exhibe su peor nivel de aceptación y valoración de su gestión en casi una década. La percepción que tienen al día de hoy los venezolanos es similar a la evaluación que se hacía entre el III trimestre del año 2002 y el I trimestre del año 2004, lapso en el cual hasta 60% de los ciudadanos llegaron a considerar que Chávez no era apto para resolver los problemas del país. Según la última encuesta de Consultores 21 la percepción negativa sobre la gestión de Chávez se ubica en 56%. 
¿Es definitiva esta tendencia? No. Así como el Presidente logró revertir los números negativos en el año 2004 (básicamente gracias a las misiones sociales y al mal manejo público y comunicacional de la Coordinadora Democrática), podría hacer lo propio para la elección de 2012 (con el agravante que sólo él sabe cuándo será la elección). 
No obstante, a diferencia de 2004 parece existir una dirigencia opositora más madura, más centrada y un electorado con expectativas más altas. Sin embargo, ahí está la Misión Vivienda. Para repetir el escenario de hace siete años sólo falta que la Mesa de la Unidad Democrática (y su principal liderazgo) reitere el error de no construir una propuesta electoral que mejore la gestión de la revolución bolivariana y que sólo se limite a decir: “Chávez vete ya”. Si se repite este escenario, el candidato de oposición será incapaz de conectar con los independientes. 
En este momento, el electorado de oposición -y no pocos analistas políticos- deben estar recordando que según Consultores 21 si la elección presidencial se realizara este domingo 38,3% del electorado votaría por la reelección de Chávez y 51,5% por un candidato de oposición. 
¿Cómo es posible que esto no indique que cualquiera le ganaría a Chávez? Básicamente esta pregunta (cerrada) recoge el anhelo de muchos opositores duros, light y neutrales de que el aspirante de oposición exhiba las mejores características posible. Ese 51,5% está votando por un candidato ideal. Si ese aspirante ideal no aparece el 51,5% bajará. ¿Conclusión? Desconfíe de todo aquel que diga que “cualquier” candidato de oposición le ganará a Chávez porque esa afirmación -en este momento- es una falacia. 
El síndrome de la “encuestitis” también afecta la psiquis de buena parte del chavismo que se niega a creer que el líder del proceso tenga números de valoración de gestión negativos o que seis de cada 10 venezolanos rechacen que el comandante-presidente diga que “Gadafi es un amigo”. 
También se niegan a creer que la mayoría de los electores estén deseando un cambio y que por esta razón 56% está en contra que Chavéz sea otra vez candidato, o que sólo 4 de cada 10 digan -al mes de abril de 2011- que el Presidente merece la reelección. Para un sector del chavismo es mas sencillo descalificar a la opinión pública que analizar por qué se repite el escenario de 2003. 

El salvavidas
Chávez -y sus asesores- han visto el peligro de las encuestas. Están conscientes que si la oposición logra elegir a un buen candidato sus opciones de reelección se reducen considerablemente. Por eso el Alto Gobierno se empeña en dar vida al sector opositor que prefiere “convivir” con Chávez a permitir que llegue al poder un relevo generacional que los termine jubilando definitivamente. 
Sin duda la gran apuesta de campaña roja para el 2012 será la Misión Vivienda, campaña que comienza -aunque el chavismo se niegue a reconocerlo- con números negativos: Según Datanálisis 52,3% de la población no cree que el Ejecutivo Nacional pueda construir dos millones de vivienda en seis años (34% si lo cree posible y 13,7% no sabe o no responde) Un resultado similar exhibe Consultores 21, cuyos trabajos indican que 46,2% de los ciudadanos están convencidos que el Ejecutivo no honrará la promesa de entregar viviendas a los damnificados y 52,4% no cree capaz al gobierno de Chávez de cumplir con la meta de construcción anunciada para los próximos seis años. 
Resulta obvio que Chávez es incapaz de cumplir con la meta anunciada. No poder concluir las ciudades socialistas de Caribia, Mariches, Belén, Avenida Lecuna y Santa Rosa así lo demuestran. 
Sin embargo, Chávez no requiere construir todas las viviendas. Sólo necesita administrar la necesidad de los venezolanos. Entregas algunas casas cada semana, ilusionar a otros con títulos, maquetas y esperar que esto sea suficiente para mantener la ilusión y esperanza en su proyecto. 
Administrando las necesidades de los pueblos ha sobrevivido el populismo en el mundo por décadas y a esto apuesta Chávez. Así mantiene su respaldo popular. Sin embargo, cada día las expectativas generadas son mayores y más complicadas de administrar. 
Puede fracasar en la Misión Vivienda, pero si la oposición le pone como candidato “a cualquiera”, eso compensará su error. Y con “cualquiera” hay que referirse a todo aspirante que plantee retornar a las IV República, eliminar las misiones, romper acuerdos comerciales firmados por el chavismo, etc. 
Si esta es la estrategia el candidato de oposición arrasará entre el 22% -al día de hoy- que se define como anti chavista duro, pero fracasará en conectar con el segmento de neutrales que ronda 40% de la población. 
Para ganar la reelección Chávez debe saber administrar la necesidad de los venezolanos para compaginarla con la fecha que decida para la elección presidencial, garantizar que los estantes estén llenos y sacar a la calle todo el dinero que represó en 2010 ( estimular el consumo). 
Para ganarle a Chávez la oposición debe -y así lo demuestran las encuestas- pensar en el futuro y en mejorar la obra de gobierno de Chávez (saber triangular sus mensajes) y especialmente no resucitar a los liderazgos y las prácticas que le dieron vida a la revolución bolivariana.