Crónica de la concentración del viernes 1 de junio…

“¡Esto es un secuestro!”. El grito se esparció por todo el campus. Con cada segundo más y más voces se unían a la protesta. “¡Queremos libertad!” gritaron después. No era una petición etérea. Los estudiantes estaban confinados al espacio de la universidad, agolpados sobre las rejas que delimitan a la UCAB, imposibilitados de saltarlas por la concertinas metálicas que garantizan la seguridad de la institución. Del otro lado de las rejas un cordón de 40 efectivos de la Policía Metropolitana -con escudos y escopetas de perdigones- cerraban el paso.
La gran virtud del movimiento estudiantil -y de sus líderes- en las jornadas previas se convirtió ayer en su mayor carencia. La coordinación falló. Los mensajes de texto perdieron efectividad y los universitarios -por primera vez desde el pasado lunes- estaban desorientados y sin guía.
El día anterior se les convocó a marchar desde la redoma de La India, en El Paraíso, hasta la sede de la Asamblea Nacional. No obstante, el permiso de rigor nunca apareció. La ausencia del salvoconducto para concentrarse y marchar presagiaba el fracaso de la jornada.
A las 10:00 am los estudiantes comenzaron a presentarse en la redoma de La India para encontrar un panorama totalmente distinto al que suele recibirlos en la plaza Brion de Chacaíto. La estatua ya estaba tomada. En ella descansaban 30 integrantes de los círculos bolivarianos que llamaban por todos los medios posibles a los habitantes de La Vega a defender la revolución. Los gritos parecían escoltados por los efectivos de la PM, de Policaracas y de la Disip.
Tal vez por el desconcierto la guerra de gritos y consignas la ganaron las personas afectas al Ejecutivo Nacional. En realidad a los estudiantes les costaba entonar alguna consigna. Poco a poco fueron abandonando la redoma con un rumbo impreciso. Pocos sabían qué hacer, adónde dirigirse. Algunos preferían esperar el permiso, pero la mayoría decidió caminar hasta la UCAB. Al retirarse los oficialista celebraron su victoria territorial gritando: “váyanse niñitos de papa y mamá que no los queremos. Váyanse para Moltalban, que La Vega se respeta”
La noticia de la derrota se transmitió rápidamente. Los universitarios que se congregaban en la estación del metro de La Paz esperando el permiso para marchar a la AN tuvieron que caminar en sentido contrario, hasta la UCAB. Ahí los esperaban sus compañeros, detrás de las rejas, exigiendo libertad.
La unión de los dos grupos, los que marchaban y los que estaban “presos” en su universidad comenzó a cambiar el tono fatalista de la jornada. La PM se vio obligada a eliminar su cordón. Y los universitarios decidieron emprender la caminata hasta el Parlamento. La marcha duró menos de un kilómetro. Efectivos militares, policiales y de la Disip impidieron el paso a la altura de la Conferencia Episcopal. El pesimismo se volvió a apoderar de los estudiantes. Con la llegada de la lluvia algunos decidieron retirarse. La decepción se tornó en alegría cuando algunos diputados del partido Podemos y el viceministro de Seguridad Ciudadana llegaron a la CEV para conocer las exigencias de los estudiantes. ¿Resultado? A pesar del secuestro, el cordón policial y la amenaza las peticiones llegaron al Parlamento. Ahora el próximo destino es el TSJ.