Europa Press. Madrid / Tomada del Heraldo de Soria

Dormir unas horas extra durante el fin de semana puede ser un buen remedio para los adultos que suelen acostarse demasiado tarde o levantarse muy temprado durante la semana. Sin embargo, incluso dormir una noche entera durante 10 horas podría resultar insuficiente para acabar con los efectos negativos de las restricciones crónicas del sueño.
Así lo sugiere un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), publicado este domingo en ‘Sleep’.
Este trabajo ha demostrado que los daños neuroconducturales, como el aumento de los lapsus de pérdida de atención y las reacciones lentas, se acumulan durante un periodo de cinco días de sueño restringido a menos de cuatro horas por noche.
Las medidas conductuales, subjetivas y psicológicas de alerta mejoraron significativamente después de una noche dedicada a recuperar sueño.
No obstante, algunos déficit neuroconductuales persistieron después de la dosis máxima de recuperación de sueño, fijada en 10 horas, durante las que los participantes del estudio durmieron durante una media de cerca de nueve horas.
Así, el estudio sugiere que una completa recuperación de una restricción crónica de sueño podría requerir incluso más horas de descanso durante una noche o varias noches durmiendo durante suficiente tiempo.
Según el investigador principal del trabajo, David F. Dinges, director de la Unidad de Psiquiatría Experimental y jefe de la División del Sueño y la Cronobiología de la Universidad de Pennsylvania, “recuperar el estado de vigilia dependía en gran medida del tiempo de recuperación que se pase en la cama”.
“Sin embargo, la restricción del sueño es lo suficientemente severa que recuperar la vigilia no se consigue directamente después de una única noche de dormir más horas, lo que indica que se mantiene una deuda de sueño residual”, señala.
“Un estilo de vida que implica restricciones crónicas del sueño durante la semana y durante algunos días no laborables puede ayudar a que aumente la presión de la falta de sueño y con ella las posibilidades de estar menos alerta y cometer más errores”, ha indicado.
@puzkas quedándose dormido en la redacción
Un total de 159 adultos sanos con una media de edad de 30 años participaron en este trabajo, el mayor número de pacientes que participa en un único experimento de laboratorio para observar los efectos de la restricción del sueño. El 75 por ciento eran afroamericanos.
Con dos noches de sueño de 10 horas cada una, 142 participantes fueron divididos en grupos con protocolos de sueño distintos. Un grupo durmió cuatro horas (de las 4 de la madrugada hasta las 8 de la mañana) durante cinco noches consecutivas y después, sus participantes fueron randomizados con diferentes dosis de recuperación del sueño que iban desde las cero horas a las 10 horas durante una misma noche. Los 17 participantes restantes eran el grupo de control y dormían 10 horas cada noche.
Comenzando a las ocho de la mañana todos los días, los participantes completaban una valoración computerizada de 30 minutos cada dos horas durante los periodos en los que debían permanecer despiertos.
El examen incluía un test de vigilancia psicomotora de 10 minutos y la Escala Somnolencia Karolinska. También se realizaron test de Mantenimiento de la Vigilia, al quinto día de restricción de sueño y los días de recuperación del descanso.
El tiempo total dedicado al sueño descendió de las 8,47 horas en la linea basal hasta las 3,72 horas de la primera noche de restricción de sueño.
En el grupo de control, las restricciones del sueño empeoraron todas las funciones neuroconductuales durante los cinco días de pérdida de sueño. Una noche de recuperación mejoró todos estos resultados cuando aumentaban las horas de sueño.
Sin embargo, los lapsus de atención, la sensación de somnolencia, el tiempo de reacción y fatiga permaneció elevada sobre los niveles base en los 27 participantes que dedicaron 10 horas a dormir durante las noches de recuperación del descanso.
“Una hora o dos adicionales de sueño durante la mañana después de un periodo soportando una pérdida de sueño parcial crónica tenía importantes beneficios para continuar recuperando la situación de estar plenamente despierto”, indica Dinges.
Según este investigador, el deterioro en la actividad y el nivel de alerta empeoraban considerablemente cuando las cinco noches de restricción del descanso iban seguidas de una noche o sin dormir o de sólo dos horas de sueño. “Esto subraya -apunta- la importancia de evitar pasar una noche entera sin dormir después de un periodo en el que se ha dormido menos de lo necesario de forma continuada”.