En las últimas semanas traté de no emocionarme mucho con la posibilidad de poder levantarme a las 4:30 de la madrugada, en vez de tener que sufrir el esperpéntico dolor que supone despertarse a las 3:30 para trata de no agarrar mucha cola en la Panamericana. Insisto en esta frase “tratar de no agarra mucha cola”.
Digo que traté de no emocionarme mucho porque nunca estuve convencido que el plan Pico y Placa (que me permitiría dormir una hora más al día, 5 horas más a la semana y casi 20 horas más al mes) se materializaría. Seamos sinceros, los precedentes de esta iniciativa en los municipios Chacao y Baruta eran un mal augurio.
Hace dos días, el ministro de Infraestructura hizo, lo que la mayoría suponíamos que haría: Emitió una resolución en Gaceta Oficial en donde se ordena al VIVEX “asumir y aplicar todas aquellas medidas tendentes a garantizar la libre circulación y tránsito en todas las vías de comunicación nacional, especialmente en la carretera Panamericana.
Argumentó el ministro Diosdado Cabello en su resolución que la Panamericana “es una vía de comunicación nacional, cuya extensión comprende el Distrito Metropolitano y los estados Miranda y Aragua, que representa una ruta alterna para acceder a otros estados del occidente del país por lo que su circulación y funcionamiento corresponde al Minfra”.
En realidad Diosdado no deja de tener razón jurídica. Aunque el artículo 19 (numerales 4 y 5) de la Ley Especial sobre el Régimen del Distrito Metropolitano de Caracas establece que corresponde al poder Metropolitano “la vialidad urbana, circulación y ordenación del tránsito de vehículos en los cinco municipios así como los servicios de transporte urbano intermunicipal”, el Ministerio de Infraestructura tiene la competencia (por la posición de superioridad o supremacía de los órganos centrales del poder público nacional) sobre las autopistas nacionales como la del Este, la Cota Mil y la Panamericana.
No obstante Diosdado, como solía explicarme mi viejo antes de decirme que había errado en mi proceder, “tiene razón, pero igual va preso”.
Es una pena que el debate sobre el Plan Pico y Placa se desarrolle dentro del ámbito político y con valoraciones estrictamente circulares, en donde ninguna de las partes analiza los argumentos de la otra, sino que se limitan a criticar el origen de la propuesta. En este caso, la posición del Ejecutivo Nacional sobre la restricción vial por tres horas en la carretera Panamericana es simple de entender: Es una idea mala porque la propuso un dirigente de la oposición, así de simple.
El hecho, amigo Diosdado, es que en el Distrito Metropolitano de Caracas (acá se incluyen los municipios del estado Miranda que integran la Gran Caracas y que deben usar la carretera Panamerica) requiere como mínimo la construcción de 100 kilómetros de vías. Vías que debieron construirse en los últimos 30 años (20 años del pacto de Punto Fijo y 10 años de la Quinta República). Los 100 kilómetros que nos faltan incluyen la construcción de sistemas perimetrales, la ampliación a cuatro canales de la Fajardo o algunos tramos de la Valle-Coche y por su puesto una nueva vía de acceso, desde Hoyo de La Puerta, para los Altos Mirandinos. Esos in contra que para aliviar el tránsito se debe concluir la autopista La Verota-Kempis (de 55 kilómetros), que debe unir la Gran Mariscal de Ayacucho con la autopista Regional del Centro.
¿Conclusión? El Minfra nos debe 100 kilómetros de vías. No obstante, soy consciente que no hay dinero para construirlas. Como la única solución es la implementación de propuestas de restricción vial, ¿por qué no nos olvidamos de la valoración política de la idea del Pico y Placa y tratamos de mejorar, aunque sea un poquito, la calidad de vida de algunos venezolanos?
Señor ministro, usted no tiene recursos para construir 100 kilómetros de vías y Henrique Capriles Radonski no tiene su permiso para implementar soluciones viales. ¿Qué propone entonces?, ¿la solución es que me siga levantando a las 3:30 am todos los días? No me diga que use el metro, por favor, porque para llegar a buena hora a Caracas utilizando el subterráneo también debo levantarme a las 3:30 de la madrugada porque la Línea 3 está colapsada y la espera en Las Adjuntas (para hacer el trasbordo desde Los Teques) puede ser superior a los 40 minutos.
Le doy mi solución a esta diatriba: Vamos a acogernos todos al artículo 71 de la Carta Magna y hagamos un referendo sobre esta materia. En definitiva, si usted no tiene nada que proponer para evitarle a un número considerable de ciudadanos el horror de levantarse a horas indecentes, mejor deje que los demás trabajen.