Muchos suelen preguntarme cómo me siento, a otros les asombra que ahora el Real Madrid no forme parte de mi vocabulario. El sábado se cumplen cuatro meses desde que se fue mi viejo, con una Eurocopa y una Supercopa de por medio. ¿Cómo les explico?, realmente no puedo. Por eso les dejo este texto de Hermán Casciari, sólo cambien las referencias a Argentina, a Flandria, por Los Teques, es un gran resumen de por dónde va mi vida…

“Desde que estoy sin padre ya no puedo ver partidos, porque el fútbol nunca fue monólogo en mi vida, ni siquiera fanatismo, sino una interminable conversación entre dos hombres. La primera vez que vi un balón fue en el cielo de La Liga, un arquero lo hacía volar al medio de la cancha y pensé que era la luna; yo estaba en sus brazos. Después la charla continuó en las tribunas del Carlos Quinto, en Flandria, en las plateas de la calle Pavón, donde una noche se cortó la luz mientras Central nos paseaba, y sentí su mano. La conversación siguió en los sillones de casa, un parloteo incesante que duró seis Mundiales. Más tarde en los teléfonos, en los chats. Una conversación feliz que duró treinta años. Y ahora, a los cuarenta y tres minutos del segundo tiempo de cualquier partido, comprendo que no va a sonar el teléfono”. (Orsai, domingo 07 de septiembre, 2008.)