El secreto del voto está garantizado. No obstante, a pesar del aval técnico de que CNE u otro actor político no pueden asociar la identidad de los electores con el voto que marcan en las máquinas, solo 45% de los ciudadanos está convencido de que es un mito que el uso de la identificación biométrica y el sufragio automatizado permitan saber por quién votan los venezolanos.
En el último mes los técnicos electorales de los partidos políticos realizaron trece auditorías a la plataforma automatizada de votación: Entre las evaluaciones realizadas destacan: Auditoría al software de los equipos de votación, los datos de las máquinas, el hardware de los puntos de información al elector, la base de datos de huellas dactilares, la producción de máquinas de votación (tomando una muestra de 0,30% de equipos para cada estado), el software de los puntos de información al elector, el sistema biométrico, la infraestructura electoral, el software de totalización y la auditoría pre-despacho a una muestra de 0,5% de los equipos a emplearse mañana. El resultado de esta batería de auditorías es similar al de las elecciones precedentes: No es posible violar el secreto del voto.
No obstante, según estudios de la encuestadora Delphos al menos un tercio de los votantes (33%) está convencido de que es posible vincular el voto con la identidad del elector.
A esta grupo se debe unir 17% de los ciudadanos que dudan sobre la posibilidad de que el secreto del voto sea inviolable. Si se unen estos dos elementos la mitad de la población desconfía de que su decisión frente a la máquina sea secreta.
Esta percepción no encuentra asidero desde la perspectiva de los técnicos acreditados por el Comando Simón Bolívar, quienes sostiene en distintos informes que “el secreto del voto se garantiza porque se almacenan los votos emitidos de forma aleatoria, las máquinas registran todos los votos con la misma hora (así se impide la secuencia), además reordenan aleatoriamente la secuencia en que fueron emitidos, encriptan esta información y luego, al cerrar la votación, contabilizar los votos, imprimen el acta y luego transmiten los resultados” (ver infografía anexa).
La conclusión de los técnicos electorales de la oposición es similar a la expuesta en los informes elaborados por el Centro Carter: “El software de las maquinas de votación garantiza el secreto del voto —reiteradamente ha señalado la organización— las máquinas están programadas para mezclar tanto el orden de los votos como el orden de la identificación de los votantes y mantener dichos expedientes mezclados en dos archivos separados”.
Sin embargo, quienes creen que el voto no es secreto considera que es “falsa” la explicación de que los votos y la identidad se ordenan aleatoriamente. Quienes dudan del sistema creen que es posible “reordenar” los votos en el orden en que fueron emitidos.
Sobre esta percepción, los técnicos de la oposición insisten en que la aplicación que se ejecuta en cada máquina de votación nunca manipula simultáneamente el voto y la identidad del elector.
Aseguran que la identidad del elector es utilizada por un módulo de programación aislado y totalmente independiente del módulo que controla el voto, lo que genera una barrera claramente definida entre ambos datos.
Por otra parte, el módulo que maneja los votos los graba en la memoria de la máquina sin relación alguna con la secuencia con la cual fueron generados. En otras palabras, la aplicación rompe cualquier secuencia de los votos dentro de la memoria de la máquina.
Además el módulo que maneja los registros de la identidad del elector también los graba en memoria sin secuencia definida. Esencialmente, se está utilizando el mismo algoritmo de rotura de secuencia que en el caso de los votos.