Traigo a colación la última entrevista concedida por Luis Vicente León por dos razones: En primer lugar como contribución para intentar que la gente desista del insano concepto de continuar creyendo en pajaritos pre-ñados por las encuestas telefónicas de Hinterlaces. En segundo lugar porque la entrevista significa el regreso de mi pana Clodovaldo al reporterismo, todo un acontecimiento. El periodismo venezolano está en crisis y hoy más que nunca se necesita de profesionales del estilo de Clodovaldo, así de simple…


CLODOVALDO HERNÁNDEZ
EL UNIVERSAL
Es economista posgraduado en Ingeniería de Empresas y se ha especializado en Análisis de Entorno. Pero tiene algo de anestesiólogo. Luis Vicente León, director de Datanálisis, procura contar la cruda realidad de las encuestas causando el menor dolor posible a un sector al que él mismo pertenece como ciudadano: la oposición.
“Es una manera de verlo, pero en verdad, acá no tenemos un especial interés en que la información sea agradable al público. No somos políticos, no queremos una alcaldía”, asegura.
Es posible, entonces, que sea una percepción errada. O quizá León se haya cansado de andar haciendo punciones. Lo cierto es que esta vez operó sin anestesia: “Sería realmente muy sorprendente si Chávez no gana el referendo de la reforma constitucional, con una proporción muy parecida a la de diciembre de 2006, es decir, de 6 a 4”.
-¿Ganará el Sí, entonces? ¿No hay nada que hacer?
-No es un pronóstico, pues sólo Dios ve el futuro¿. bueno y Hermes el Iluminado o Adriana Azzi, que dicen que lo ven. Pero es la probabilidad más clara, a pesar de que esta vez la popularidad de Chávez no es igual al apoyo a su propuesta. Si estudiamos el total de los electores, el Sí y el No se dividen prácticamente en partes iguales, lo cual es inédito desde 2003. Pero eso no implica que el referendo va quedar empatado, cerquita o que Chávez va a ganar por trampa. No, Chávez probablemente va a ganar el referendo con números electorales parecidos a los de diciembre de 2006. ¿Cómo es posible eso? Cuando limitas la encuesta a quienes están seguros de que van a votar y le agregas la capacidad de movilización de cada bando, el balance se rompe y Chávez gana.
-¿La abstención favorecerá al Gobierno?
-La oposición acostumbró a una parte de la población a no votar y ahora, cuando necesitan esos votos, no los tienen. Se entramparon ellos mismos.
-¿El que se vote en bloque será determinante?
-Antes de que se presentara la reforma, 39% estaba en contra y 30% a favor. La reelección continua tenía 58% de rechazo. Pero al presentar el proyecto, el Presidente apenas habló de ese tema un minuto y medio. Además, elementos populares como la reducción de la jornada laboral, la constitucionalización de las misiones y el fondo para los trabajadores informales tienen más de 70% de apoyo. Por eso él empaqueta la decisión.
-Si la oposición reacciona, ¿podría ganar?
-Esta es la primera vez que la oposición tiene la oportunidad de oro para demostrar que la gente puede estar de acuerdo con Chávez pero no con todo lo que propone. Sin embargo, esta es una sociedad utilitaria y ahora es cuando vamos a ver a Chávez en acción. Por eso se muestra todos los días en cadena, entregando dinero. La estrategia será llevar a la gente a pensar que votar Sí o No es votar a favor o en contra de él. Así le endosará a la reforma parte de su popularidad. Y si todo eso fallara y el electorado siguiera dividido en partes iguales, la capacidad operativa de movilización del Gobierno el día cero es infinitamente superior a la de la oposición. Tiene dinero, hegemonía comunicacional masiva, autobuses, camiones, tiene a Pdvsa y cuanto otro recurso se pueda imaginar para mover, estimular o presionar al votante. Bajo esa perspectiva, si Chávez no gana, sería realmente muy sorprendente.
-¿Qué clase de cataclismo sería necesario para que Chávez se derrumbara?
-No es fácil proyectar porque la política es relancina. A veces, eventos que parecen obvios no funcionan. Por ejemplo, es absolutamente increíble que el maletín con 800 mil dólares haya causado cero efecto en la opinión pública. Es insólito y demuestra la pérdida del impacto de los medios de comunicación sobre esa opinión pública. En cambio, puede pasar algo absolutamente tonto que cause una explosión. Yo creo que la única forma de que Chávez salga del poder es que pierda la mayoría, no importa cuántas instituciones controle ni cuantos militares sean leales. No se mantendrá en el poder si tiene que reprimir. Yo lo considero irrespetuoso de los derechos democráticos, intolerante e imprudente, creo que abusa de su poder y utiliza las instituciones, pero rechazo la tesis de que es represivo. Me muero de risa cuando opositores, mis amigos, plantean que al salir del poder lo van a llevar al Tribunal de La Haya para juzgarlo por crímenes de lesa humanidad. Comparado con quienes son enjuiciados en ese tribunal, si lo llevan allí, probablemente le van a dar un premio. Caída y recuperación
-¿El acuerdo humanitario de Colombia tendrá efecto sobre la popularidad de Chávez?
-Por supuesto y en doble vía porque Chávez sólo tiene cosas que ganar de esa participación. Primero va a aparecer magnánimo, un hombre de paz y negociación, lo que no corresponde a su imagen ni siquiera dentro del chavismo. También le sirve para recuperar puntos perdidos muy importantes en la comunidad internacional, sobre todo después del cierre o la salida del aire de RCTV, que es quizá el evento que más le ha costado a nivel de su imagen externa. Esa fue también la acción más impopular de Chávez hasta ahora. Tuvo 70% de rechazo y sólo 13% de aceptación.
-¿Ya pasó el efecto RCTV?
-Si no tienes a alguien que capitalice el proceso, la tendencia es a retornar al nivel anterior. Los estudiantes cumplieron un rol sensacional, pero les pusieron sobre los hombros una responsabilidad excesiva y, además, la misma sociedad opositora les dijo que no debían retratarse con los líderes de los partidos. Les hicieron ver que las instituciones que adversan a Chávez tienen sarna, el mensaje era “no los toques porque te rayas”. Ahora algunos vienen con el cuento del relanzamiento del movimiento. Esas cosas no se diseñan porque si te comes un camarón malo hoy te duele el estómago de una vez, no dentro de una semana. Populismo de clase media
En 2004, León quedó accidentalmente en medio de una marcha opositora y casi lo linchan. Había escrito un artículo -sin suficiente anestesia- en el que afirmaba que la estrategia de Chávez para reconectarse con el pueblo, a través de las misiones, había sido “exitosísima”. En el club al que asiste, una señora recogió firmas para que lo expulsaran. Por lo que dice ahora, tal vez renueven la petición:
-Muchos hablan de manera despectiva del populismo porque tiene que ver con el pueblo pobre, con las misiones, con Mercal y Barrio Adentro, pero es que Chávez tiene una estrategia intensísima de populismo de élites y de clase media. La compradera de carros, el financiamiento barato, los diez mil dólares por pareja a 2.150 bolívares, todo eso es populismo de clase media. Y el de élites consiste en que con el control de cambio, Chávez le ha dado dólares a todo el que le ha pasado por enfrente, en cantidades impresionantes.
-¿Y el socialismo?
-Chávez sabe que la relación utilitaria no sirve para permanecer en el poder a largo plazo. Es como el amor comprado, efímero. Por eso insiste en lo ideológico. Según la última encuesta, 82% rechaza usar a Cuba como ejemplo para Venezuela, pero Chávez le cambió el nombre y ahora se llama Socialismo del Siglo XXI. Nadie, ni él, puede definirlo, pero es una branding strategy, una estrategia de marca impecable. Es como el casabe: a lo que le echas sabe. La izquierda radical es rechazada por la masa, pero el socialismo del siglo XXI no y por eso se ha convertido en la primera fuerza ideológica de la población venezolana. Es sencillamente perfecto. Lo digo a sabiendas de que mi esposa se va a poner furiosa, me va a preguntar: “¿Cómo es eso que te parece perfecto?”. Es que ese es mi trabajo, porque aunque algunos me comparen con un anestesiólogo, soy más bien como un patólogo que abre un cadáver y se emociona porque ve un tipo de cáncer nuevo que no conocía.

Entre cumbres y valles matemáticos
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¿Hay más chavistas ahora que en 1998, o menos?, es la pregunta. Y León -de memoria- le da una revisión histórica a un fenómeno que ya se acerca a la década. Esta es una versión libre de sus palabras:
En 1998, Chávez ganó con 55% de los votos. Al asumir el cargo, hora de la luna de miel, llegó a tener el visto bueno de 86%. Pasada la emoción inicial, navegó a toda vela con entre 55 y 60 puntos porcentuales durante dos años y medio. Parecía ser invulnerable.
A partir del segundo semestre del 2001 comenzó Cristo a padecer. En diciembre de ese año, enfrentando el primer paro general, se deslizó hasta 35%. La situación política siguió descomponiéndose y justo antes de su efímero derrocamiento tenía 31%. El desenlace de los acontecimientos de aquellos cuatro intensos días (del 11 al 14), fue como una terapia intensiva para Chávez: de un jalón se recuperó diez puntos y llegó a 41%. Mientras tanto, la oposición boqueaba.
El proceso no se había detenido. Las fuerzas opositoras volvieron con todo y a finales de 2002 y comienzos de 2003 se la jugaron con el paro petrolero y patronal. Chávez emergió victorioso pero maltrecho. Dio contra el que es hasta ahora su fondo histórico: 30% en junio de 2003. El paro había dejado la economía casi en ruinas y también la popularidad del Presidente.
Vino su segundo renacer de las cenizas. Lanzó las misiones y empleó todos los resortes del poder para aplazar el referendo revocatorio. Cuando éste finalmente se realiza, en agosto de 2004, llega con 57%. De allí en adelante todo ha sido un paseo para él. Con pequeñas fluctuaciones se ha mantenido en cotas elevadísimas si se considera el tiempo que ya tiene en el poder. En mayo de 2006, sin un opositor claro y con una economía en ebullición, Datanálisis le atribuye 75%. Desde esa cumbre comienza a caer suavemente. Al surgir la candidatura de Manuel Rosales, la oposición retoma parte de su porción natural del electorado y justo antes de las elecciones, la proporción es 6 a 4 para Chávez.
Su drástico viraje hacia el socialismo y, sobre todo, la medida contra RCTV, le causan una nueva pérdida de altitud. En junio de 2007 había rodado hasta 55%, un valle para él a pesar de ser una cifra excelente para cualquier presidente en ejercicio. Pasó el hervor de las protestas encabezadas por los estudiantes universitarios y el líder, enfrascado de nuevo en una campaña electoral, se mueve en sus niveles habituales de 60%. En eso estamos.
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