Campeones, campeones, oé, oé, oé, campeones, campeones, oé, oé, oé! El Real Madrid certificó la consecución de su liga número 31 disfrutando de un histórico pasillo de campeones made in Barcelona. Desafortunadamente la euforia de la goleada del miércoles al equipo blaugrana y la anécdota del pasillo pueden jugarle una mala pasada al Madrid y a la propia selección española.
Esta temporada -de la que aún restan dos jornadas- fue futbolísticamente extraña. Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza y Atlético Madrid nunca lograron poner en dificultades al campeón, que tomó la punta desde la segunda jornada cuando realizó una exhibición de buen fútbol ante el Villarreal al que logró endosar cinco goles. Esa exhibición del equipo de Shuster fue sólo un espejismo, en el resto de los encuentros -incluida la Champions- el juego bonito dio paso al espectáculo rocoso de los mejores días de Fabio Capello.
Sin duda alguna la liga del pasillo es la competencia de peor nivel de la última década. ¿Por qué?, básicamente porque le faltó rivalidad, le faltó la presión al líder que a pesar de equivocarse constantemente nunca sintió en realidad el efecto de sus reiteradas carencias en el juego. El Madrid es campeón no por practicar el mejor fútbol, ni siquiera por tener la mejor plantilla, es campeón porque hizo sus deberes mínimos y el resto de los equipos se desentendió de ellos.
Se acaba la liga y con ella debe llegar la decepción por Bernd Shuster. Es cierto que el alemán fue más efectivo que Capello porque logró coronar a su equipo con tres jornadas de anticipación y con más de 10 puntos de ventaja, mientras el italiano ganó la liga gracias a remontadas inverosímiles, errores del Barcelona y el goal average particular con el equipo blaugrana, porque si en la Liga Española se empleara el cociente general, el proyecto del italiano hubiese fracasado. Así que Shuster, que llegó con el cartel de entrenador para promover el espectáculo obtuvo su primer título tomando para sí el esquema del ex entrenador del Milan.
Shuster nunca encontró la combinación deseada. Se enamoró y desencantó de los jugadores con una rapidez sospechosa. De este mal sufrieron Batista, Robinho, Robben, Saviola, Higuaín y Gago. En conclusión los resultados fueron mejores que el juego, así de simple.
Mención aparte para Frank Rijkaard, un entrenador que -desde la distancia- pareció el integrante más sensato de un Barcelona que sufrió en carne propia el mal que suele destruir al Madrid cada cierto tiempo: las vacas sagradas del vestuario, esos jugadores más interesados en las fiestas y en grabar anuncios publicitarios que en jugar al fútbol.Desafortunadamente el pasillo hace que olvidemos los problemas de Shuster, el mal juego del Madrid, el desplante de Ronaldinho, Deco y Etó a su afición y el bajísimo nivel de todos los equipos de la liga, algo que en año de Eurocopa puede ser un muy mal augurio para la selección.
Se acaba una liga mala, mediocre en muchos casos, pero que me sirve, como fanático del Madrid, para hacer dos dedicatorias. Primero a mi viejo, porque logró disfrutar, antes de partir, del pasillo, se fue feliz por ese partido. La segunda dedicatoria es para los comentaristas de Directv de los que anhelo que comprendan que no trabajan en Barca TV.
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