Palabras de Andrés Cañizales durante condecoración de la Gobernación del estado Miranda por el día del Periodista

Leoncio Martínez nació en 1888 y falleció en 1941. Reconocido como periodista, como humorista, escritor, publicista y caricaturista. Hoy debemos recordarlo también como una clara figura que con el poder de la palabra enfrentó a la dictadura de Juan Vicente Gómez.  Testimonio de su entereza de aquellos años es su obra “Balada del preso insomne”, escrita en la tenebrosa cárcel de La Rotunda durante su segundo y largo carcelazo entre los años 1919 y 1922.

Demostró Leoncio Martínez que en muchos casos la mejor arma ante el poder es precisamente el humor. La siguiente anécdota la recogió el inolvidable cronista de Caracas, Caremis. Volvía Martínez por tercera vez a La Rotunda y debía cumplir con un interrogatorio antes de ser internado:

  • ¿Nombre?
  • Leoncio Martínez.
  • ¿Edad?
  • La de Cristo.
  • ¿Soltero, casado o viudo?
  • Amancebado…
  • ¿Profesión?
  • Periodista
  • ¿Sabe leer?
  • No.
  • ¿Y escribir?
  • Tampoco…

Como se desprende de este diálogo Martínez enfrentó al poder dictatorial con el poder de la palabra, como periodista, y en su condición de humorista que no le abandonó ni en momentos tan terribles como este de ingresar a una cárcel gomecista.

Laureano Márquez recordó el pasado mes de marzo a Leoncio Martínez a propósito del libro que Aquiles Nazoa dedicó al análisis de la obra de Leoncio Martínez. Allí nos presenta Laureano algunas pistas sobre el papel del humor y su conexión con el periodismo. Aspectos tan válidos en ese pasado como en el presente de Venezuela:

  • El humorista es un ser de actitud subversiva frente al mundo. Le desagrada lo que ve, y de manera particular la injusticia. Para tomar partido y fijar su posición solo cuenta con el humor, como instrumento no violento que le permite criticar sin odiar.
  •  El humorista indaga qué hay detrás de las cosas. Trata de descubrir los mecanismos ocultos que las mueven, para ver qué hay de salvable en ellas. El humorista cree en el hombre, quisiera cambiarlo, pero lo acepta tal cual es. Sus fallas le son familiares.

Hay pues una actitud analítica en el humor: La descomposición de un hecho o una cosa en sus partes para entenderla. Es por esto que el humor requiere siempre de información, del manejo de ciertos datos y del conocimiento de la realidad a la que alude.

Algo más de un siglo después en Venezuela seguimos teniendo problemas básicos en el campo de la comunicación y el periodismo. Estamos gobernados por un grupo aferrado al poder. Quienes hoy ejercen el poder político –como en otros momentos de nuestra historia- no toleran la crítica pública, ni comulgan con la idea de la libre circulación de la información.

Cuatro tendencias son claras:

  1. Control político del aparato nacional de medios privados (uso de leyes coercitivas, chantaje oficial con la asignación de la publicidad oficial, restricciones en las concesiones de radio y televisión, dificultades para la importación de papel)
  2. Descalificación permanente del periodismo, de los medios y de los periodistas (discurso oficial recurrente sobre supuestas matrices mediáticas ante cada problema nacional, ubicación de los periodistas y medios privados como enemigos del proceso, falta de acceso a la información pública, fuentes informativas con lógica restrictiva y sectaria)
  3. Apropiación indebida del espacio radioeléctrico nacional (uso excesivo y abusivo de las cadenas nacionales de radio y televisión 32 minutos diarios de cadena entre el 14 de abril al 19 de junio, uso partidista de los medios oficiales que están lejos de cumplir función pública, entre el 3 y 19 de junio el sr. Maduro apareció 2 horas y 25 minutos cada día en la señal de VTV sin contar con la réplica de otros canales como Vive, ANTV –mención especial- entre otros tantos, impacto informativo de tales acciones.
  4. Paulatina eliminación de los espacios y canales de exposición pública de opiniones disidentes, la voz de la alternativa democrática en Venezuela tiene menos posibilidades de llegarle realmente a todo el país (salida del aire de programas de opinión y conductores incómodos con mayor énfasis en las regiones de Venezuela, rol político de CONATEL con llamadas a los medios de televisión para que saquen programas o corten transmisiones, mayor control sobre los medios de televisión de alcance nacional con mensajes públicos y abiertos y con reuniones privadas)

Las amenazas que sufren periodistas y medios, en la Venezuela de este siglo XXI, son diferentes en su forma a las que padeció un siglo atrás Leoncio Martínez, sin duda alguna. Pero el efecto, y especialmente el objetivo desde el poder político, sigue siendo el mismo: silenciar, acallar, censurar.

¿Qué debe hacer un periodista? Ser cómplice del poder que justamente busca limitar el derecho a la expresión o al contrario asumir el papel de un periodismo beligerante. Cuando hablo de ese periodismo beligerante lo resumo como un periodismo que escudriña e investiga al poder, un periodismo comprometido ante todo con la verdad y con los valores principales de la democracia. Valores democráticos que en la Venezuela que nos tocó vivir están precisamente en juego. La única posibilidad de hacer periodismo genuinamente y sin riesgos es en democracia.