Los resultados de las elecciones de los 772 delegados que participarán en el I Congreso Ideológico del PSUV originaron todo clase de análisis y proyecciones electorales sobre la debilidad del partido oficial y la desconexión de Chávez con la militancia roja, rojita. Análisis de este tipo explican por qué Chávez (denuncias de ventajismo electoral al margen) ostenta el control de 76% de todos los cargos que se eligieron el 23 de noviembre de 2008.

Comencemos por situar correctamente el escenario electoral del domingo. No es cierto, como se asegura en las redes sociales, especialmente Twitter, que dejaron de votar más de 6 millones de psuvistas. En realidad, aunque el PSUV suma, supuestamente, más de 7 millones de militantes, en el proceso analizado sólo tenían derecho a voto 2.450.377 ciudadanos agrupados entre patrullas territoriales y sectoriales.

Aclarado el tema del universo de votantes, entremos en el fondo del problema: la participación. En este punto existen varias versiones (al momento de escribir este texto no existe una declaración oficial) que van desde la proyección tipo Armagedón chavista que dice que sólo acudieron 300 mil patrulleros, hasta la tesis “bonita” y edulcorada que sugiere la participación de 1,2 millones de patrulleros.

Es evidente que si la participación hubiese sido cercana al total de patrulleros habilitados, el oficialismo estaría sacando pecho con la cifra desde el balcón del pueblo; sin embargo, ocurre todo lo contrario: La organización cuyos líderes se jactan de pertenecer y dirigir al único partido democrático del país, que emplearon abiertamente a VTV, Radio Nacional de Venezuela, 238 radios, 28 televisoras regionales y 125 páginas web para promocionar y hacer del dominio público su proceso interno y vanagloriarse de tener la mayor cantidad de militantes en el país, ahora argumentan que los datos de participación son privados.

Con las explicaciones ofrecidas hasta este momento resulta evidente que sufragó un número inferior a las estimaciones más conservadores del PSUV. No obstante, la abstención registrada es un golpe para la “dirigencia” del partido, es un llamado de atención para todas las corrientes internas que intentan “convivir” -o anularse- en la revolución.

Recordemos que la figura presidencial no estaba dentro de las opciones de la votación del domingo. Es más, los candidatos de Chávez a delegados tampoco participaron de la elección porque el Presidente se reservó la designación a dedo de 20% de los integrantes del Congreso; es decir, los 228 candidatos de Chávez no participaron en la elección, por ende Chávez no participaba, ergo los patrulleros no debieron estar motivados a votar por tendencias que no los representan.

En este proceso se medían, exclusivamente, las corrientes internas del partido, lo que hace suponer que el voto duro del PSUV (que se supone son los patrulleros) no se identifica con los supuestos líderes de las cinco corrientes internas de la organización. La lectura que debería hacer la oposición de estos resultados es que el chavismo carece de liderazgos regionales consolidados, situación que potencia el escenario de equilibrio en los próximos comicios parlamentarios. Del resultado del domingo también se puede concluir que como nunca antes Chávez tendrá que asumir directamente la promoción de sus candidatos, si no corre el riesgo que el voto duro, el voto de los militantes, se quede de vacaciones el 26 de septiembre de 2010.

Si el resultado del domingo no genera una purga interna en los cuadros operativos del PSUV, esta omisión será el mejor ejemplo de que el número de integrantes del partido oficial es sólo una nómina partidista ampliamente abultada, una mentira organizacional muy bien estructurada, vamos que no son tantos los patrulleros registrados.
El resultado del domingo también representa un alerta para la oposición, en caso que se concrete la celebración de elecciones primarias. Sin una base real de militantes, habría que preguntarse: ¿con cuál porcentaje de participación se puede considerar una elección de base como exitosa?