0. El contexto y el sistema electoral. Las elecciones parlamentarias que corresponden en 2015 (todavía sin convocatoria oficial por parte del Consejo Nacional Electoral para el momento en que se publica este post) representan el nuevo reto unitario de la Oposición en Venezuela.

A pesar de los números negativos de evaluación de gestión que tiene el gobierno de Nicolás Maduro, la ausencia de alianzas perfectas entre los distintos sectores de la oposición podría provocarles una derrota histórica y acrecentar la desesperanza aprendida de los ciudadanos (hoy mayoría) que se definen como no chavistas.

Maduro cerró el 2014 con apenas 22% de aprobación, mientras el chavismo exhibió durante los últimos 12 meses los peores números de auto-definición política de los últimos 15 años. Pero más allá del valor agregado que significa para los votantes no chavistas la marca “unidad”, existen razones técnicas y legales que obligan a los adversarios de la revolución a permanecer unidos en el contexto electoral de este año.

La Ley Orgánica de Procesos Electorales (Lopre) aprobada en el año 2009[1] incluyó a Venezuela en la lista de países en los que se observa el fenómeno electoral de las “mayorías manufacturadas”[2], un efecto que tiene lugar cuando en los resultados de una elección a cuerpos colegiados (como la Asamblea Nacional, los Consejos Legislativos estatales y los Concejos Municipales) una fuerza política que no obtiene la mayoría absoluta de los votos logra capitalizar la mayoría absoluta de los escaños.

Es probable que no exista una verdadera motivación de los distintos factores de oposición para unirse (la disputa por el primer puesto de la lista de candidatos en el Distrito Capital entre los partidos AD, Primero Justicia y Voluntad Popular así lo demuestra), pero el sistema electoral los obliga a hacerlo. ¿La causa? El sistema electoral impuesto en Venezuela desde el año 2009 sobre-representa a los grupos mayoritarios y castiga a las minorías.  Continuar leyendo